martes, 9 de julio de 2013

Trabajo Especial de William Ojeda García: El Rio Yaracuy "En Gotas Sagradas por el mundo"

Fotos: Cortesía William Ojeda G.
La última vez que vi en su lecho al inolvidable amigo Héctor Carabaño, mientras el minutero aceleraba sus pasos aquel 15 de febrero del 2013, hablaba entusiasmado sobre un ambicioso proyecto de interés total, una vez que el rio Yaracuy regresara al mar. Rudy Kreubel, testigo de aquel encuentro, quedo sorprendido como yo cuando Héctor, quejoso pero desafiante ante la vida, en pedacitos de querencia desmigajaba con lujos de detalles ese sueño inspirador para una tesis académica de su crecimiento personal. Escucharlo, era como ver al rio donde se baña San Juan buscando su curso grande entre remolinos de improntas tratando de extender su aliento. Algo inédito: un rio ahogándose en su propia alma dando motivos para soñar y sonreír .
Es lo que anima tratar el tema cuando hace poco el Gobernador Julio León y Rafael Morales, Director de Minas y Canalizaciones de Yaracuy , anuncian que pronto terminarían trabajos en el cauce del rio Yaracuy, lucha sin parangón por tratar de salvarlo. Mayor alegría no podría producir este anuncio por cuanto el rio padre desde muchísimos años no llega, por sí solo, a Golfo Triste para bañar al Caribe. Era de los pocos ríos en el mundo, sino el único, que se regresaba, nadaba al revés. Las aguas se devolvían porque su desembocadura se la trago la sedimentación, la inercia, el olvido.
Era un rio secuestrado por el halago fácil de la promesa atorada en discursos de agujeros en gobernantes que nada les importo el curso de aquella fuente natural del que los recios afrodescendientes se sentían tan orgullosos como de sus costas floridas sembradas con amor donde levantaron generaciones que se entroncaban con pueblos alzando hogares abrazados a la esperanza.
En las Cumbes, junto al rio, cosecharon su propio solar que crecían mirando al mar. Por esa desgracia de magistrados indolentes, el rio enfurecido y turbulento pasaba factura en tiempos de lluvias, arrasando con todo. Solo se veía un espejo de humo que apenas reflejaba imágenes de aquel afluente cargado de reptiles, peces, y flora zambulléndose en sus aguas y playas por cuyas corrientes se cruzaban aves manteniendo un idilio constructivo por la vida, la vida que nos ofrecía. Los pueblos de Veroes y el rio sobrevivieron a esa tragedia y hoy vemos en la información un rango excepcional, no es una obra tan común que se diga, permitirá que el rio vuelva a besar al mar.
Tiene impacto no solo por su deslizamiento fluvial sino humano, por la reivindicación de su historia, su cultura, su economía; rescatara más de 10 mil hectáreas ahogadas en ciénagas que solo producían dolores para hacerse alimento. Cien y tantos kilómetros de canalización en un esfuerzo compartido por donde viaja la liquida masa, gruesa en ilusiones buscando una nueva vida hinchada de gloria. No es cualquier cosa. Este paso trascendental nos podrá devolver al rio largo, ancho, hondo, sin mercurio ni bichos raros, cargando su propia humanidad. El rio marcando el territorio yaracuyano para desahogarse en los mares. El rio insurgente y bravío como su pueblo que reto suelos atizados por convulsiones telúricas y pudo rebelarse contra la opresión colonialista llevando en sus aguas movimientos emancipadores que asentaron para la historiografía la más bella expresión de libertad; ver de nuevo aquel rio mojando patios, reverdeciendo sabanas y aldeas para madurar cosechas extraordinarias. El gobierno ha dicho que luchara contra la fuerza impuesta irresponsable y no permitir que el rio siga llevando la cruz a su calvario, la carga letal que encoja su existencia para que su cuerpo siga siendo un aliado fiel de la humanidad. Una bendición para sentirse agradecido.
La menuda nota a dos columnas dichosamente lleva- casi sin darse cuenta- contenido de enormes proporciones y abre un filón para la agudeza periodística entendiéndose el significado de tanto esfuerzo de esencia patriótica, convertido en milagro por salvar al agónico rio. Y aunque la justicia tarda pero llega, este intento serio y disciplinado nos hace pensar que el rio seguirá defendiéndose con el escudo de su valor ayudándonos a mantener el equilibrio ecológico que oxigene al Yaracuy a los que muchos gobiernos en el pasado, insólitamente, se negaron. Los dragados y pericias de la ingeniería permitirán oxigenar aquel rio Yaracuy poderoso navegando en sí mismo con el rumor del viento deslizándose heroico desde la cumbre La Enjalma, en la zona septentrional de Urachiche, y no el hilo de agua en reflejo lento soportando troncos y sustancias ajenas a su vida. No ese rio moviéndose con miedo por no llegar, languideciendo, buscando a duras penas su propia respiración para abrazarse al mar. Queda mucho por hacer para que nuestro rio recobre el esplendor de otros tiempos superando sus proezas. Y mirar de nuevo al Caimán de Yaracuy, grande, grueso, soberano, de hocico corto, agudo y con un morro frente a los ojos siga construyendo en las riberas veroenses sus nidos de hojarascas y barro en un territorio libre por el cual la caimancita daba su vida en tiempos de incubación. Que todas las especies vivas vuelvan a morar sus aguas bajo el sol del legendario Valle de las Damas y no volvamos a ver sombras borrosas en siluetas de penumbras aquella flora y fauna que apenas cabía en la memoria de algunos. Que sea al rio abierto, hermoso, que vieron los cuaras, caquetios , jirajaras, guayones, ayamanes y los frailes cómplices juntados a los tipos hambrientos de la realeza española que se chuparon las mieles de nuestros frutos robándose las riquezas y traficar con humanos por órdenes de reyes cegados en ridícula divinidad.
Y allí esta su gente y su rio, unidos como lo hicieron ayer enfrentándose a la corrosión dominante para revalorizar sus tradiciones originarias africanas porque perviven registros en la memoria y en la imaginación que no pudieron castrar los barbaros colonialistas ni los falsos pastores de la democracia de elegidos. Esta obra nos ofrece volver al rio y la tierra con la espiga dulce de sus bienes .En voces del pueblo veroense conocimos que el río marco la ruta de muchas poblaciones que sobrevivían en sus riberas y a orillas de la angosta línea del “Ferrocarril Bolívar” y carreteras del empirismo vial donde aun se habla de leyendas y conjuros. Por sus aguas navegaban esperanzas de comarcas que crecieron alimentándose de sus entrañas. El curso de su sendero levanto historias, las dichas y las que están por decirse. Como la de ahora, que comienza a escribirse sobre una nueva realidad.
Gobernación, Ministerio del Poder Popular del Ambiente, Aviación Bolivariana, Alcaldía del Municipio Veroes, empresa Emoca y comunidades, hicieron posible construir perspectivas hacia un nuevo horizonte. Hoy el balbuceo en las brumas del rio con las olas del mar, el silbido de los arboles, el sol, el cielo, la brisa y al son de los tambores en la alta noche van alegres con sus charangas al sangueo de la espiritualidad en un mágico arpegio de sinfonía inimaginable, construyendo otra historia. Y el rio navegara ofreciendo su bondad con pueblitos que a través del tiempo lucharon sobreviviendo a la cruz y la espada insolente de los vasallos colonialistas que zanjaron cuevas por donde se metió el crimen, el saqueo, cuyos vestigios parecen irse para reivindicar su dignidad y fueros comuneros. Y es lo que se patentiza ahora con el rescate del Rio Yaracuy, nervio vital en la vida de estos pueblos asentados en costas y que al final de la ruta de sus moribundas aguas nos da un nuevo aliento para seguir viviendo.
El rescate de su cauce es bofetada a la ancestral inercia burocrática de tiempos que no volverán, borrara para siempre los resquicios que deambulan entre las telarañas heredadas de una triste democracia de comparsa que estrangulo cada rincón de Veroes, cada gota del rio, que van muriendo porque aflora en cada afrodescendiente un aliento vivo y poderoso colindante con el cauce legendario que vuelve ungido en el valeroso espíritu revolucionario que marcan sus días.
ALGO PARA NO OLVIDAR
Comprendemos porque el río Yaracuy fue y seguirá siendo savia y sangre de tantos pueblos. En investigaciones encontramos que Pedro José de Olavarría en su instrucción General y Particular de la Provincia de Venezuela en los años de 1720 y 1721 señala, "el río Yaracuy empieza de un cerro llamado Sernuraco , el cual está de 30 leguas distante de su boca pasando por entre las jurisdicciones de Nirgua y Barquisimeto. Este río se debe considerar como muy importante a los intereses de su Majestad, pues el provecho que se puede sacar de él, es bastante para asistir la defensa de su costa". Por lo visto, los invasores se agarraron el río para ellos, para complacer a la realeza que actuaban en estas tierras a las que pudieron echarle mano y usurpar sus riquezas. El río Yaracuy era utilizado para el contrabando por los holandeses, entre Puerto Cabello y otros pueblos. Desde allí las mercancías eran despachadas hasta El Chino, donde existía un pequeño embarcadero fluvial cerca de San Felipe, según lo refiere el notable científico italiano Agustín Codazzi. Los bultos eran transportados en carretas y bestias, se habían construido almacenes en los caseríos La Hoya y El Chino que conformaron, junto con la vivienda de los mineros, leñadores y encargados del trasporte de la madera, una infraestructura comercial importante. En 1898, El Chino se convierte en asiento de los poderes públicos de la zona ante las terribles inundaciones provocadas por el río Yaracuy. En 1904, con la Ley de División Político Territorial, El Chino pasa a ser capital y más tarde, en 1935, se establece dicha capital en Las Rositas, a la que se le cambia el nombre por Farriar, en honor al militar británico Thomas Farriar, muerto en la batalla de Carabobo en 1821. En la última década del siglo XX la zona se eleva a Municipio Veroes. El alemán Karl Ferdmad Appun hace mención en su obra: "En los Trópicos", sobre el ecosistema del río Yaracuy. "Sus selvas de galería en sus riberas, su flora y principalmente su variada fauna , destacándose el Caimán dé la Costa, el Mato Real, Chigüire, Venados, Araguatos, el Mono "Araña", aves de rapiña, el Garzón Soldado, las Comearas, garzas blancas entre otras".
Por las márgenes de ese río, desde San Felipe, a partir de 1728 funcionaba la Real Compañía Guipuzcoana, se levantaron poblados de raigambre africana. A lo largo y ancho de la costa hasta Boca de Yaracuy, los afrodescendientes se sembraron en esas fértiles tierras que siempre fueron suyas. Andrés López del Rosario “El Cimarrón Andresote”, utilizó estos parajes del río Yaracuy para burlarse de la Guipuzcoana, encargada del monopolio comercial de España con Venezuela y que llego a tener sede propia en San Felipe “El Fuerte “ donde en enero de 1741, los pobladores se alzaron contra los abusos de las autoridades monárquicas. Andresote logró reunir muchos esclavos y negros libres que les permitió derrotar, en varias oportunidades, las tropas monárquicas. Tuvo el gobierno que mandar más de 1.500 hombres para disolver el ejército del cimarrón, quien huyo a Curazao y muchos de sus partidarios fue condenado a muerte.
PREGÓN DE CONCIENCIA
¿Quién iba a creer que la buena nueva convierte al rio, como a Héctor el soñador, en pregón que nos ayuda a despertar conciencia sobre la necesidad de rescatar, conservar y preservar ese patrimonio? Ambos, comunicadores, en libre expresión nos llevan por el ancho mapa de Veroes hasta la desembocadura en el litoral marino donde se veían casitas vestidas con tablas de guamo y su bucólica gente en el color de su mejor heredad curtidas en el duro crisol del trabajo, en el campo y el mar. Juntos le dan rienda suelta a su destino entre el rumor y el silencio de su existencia en la emoción dulce de su pueblo. Y vuelven a la vida como el hijo de Serepa, según el Antiguo Testamento, para hacerse vida de todos. Jorge Luis Borges lo dijo: “Mirar el rio hecho de tiempo y agua. Y recordar que el tiempo es otro rio. Saber que nos perdemos como el rio, y que los rostros pasan como el agua…También es como el rio interminable, que pasa y queda y es cristal de un mismo Heraclio inconstante, que es él mismo. Y es otro, como el rio interminable…”.
Al encontrarnos con nuestro rio, con el caimán de Yaracuy, sus babos, peces, pájaros, su flora, sus aguas, el mar, el viento, el sol con todas sus mañanas, tardes y noches, con sus lunas y luceros, podremos abrir un surco de entendimiento común para vivir mejor. El rio se reafirma como entidad humana. Por el rio y el soñador los océanos se darán cuenta que ambos alargan su vida, como los patrimonios enormes que nunca mueren. Dirán que hay un Yaracuy entero forjado en su propia piedra. Que aun hay reservas, afectos y ética para elevarlo. Que aguas arriba y aguas abajo ese rio y el soñador se irán envueltos en sentimientos a las Antillas buscando los océanos en gotas sagradas del Yaracuy diciendo que sí podemos luchar por algo alto, que podemos aspirar a mas y ser mejores conviviendo como hermanos en los valores de la naturaleza; que podemos ser solidarios y gobernar para todos, sin egoísmos ni arrogancias , sin mítines vacios ni refugiarnos en fronteras enanas, ni enclaustrarnos en cenáculos de colores que lastimen sino en el tricolor de la Patria ,como la exuberante acuarela que arropa al Yaracuy sensibilizándonos para compartir el pan , con amor, y dar respuestas a los anhelos superiores de los pueblos.
El rio, tan comunicador como Héctor, es memoria y lenguaje haciéndose historia, haciéndose crónica, haciéndose periodista, arte, poesía, rebelde, soñador, insurgente en pan de humanidad; abriéndose como un abanico para enseñarnos porque es lector y maestro de su propia naturaleza. Es el rio que habla, siente, oye y no reniega de su pasado porque mira orgulloso el presente oteando su futuro inmenso, confirmando su propia esencia que no se soslaya en ninguna aventura trágica ni en las emboscadas que le abrieron ahogando sus derechos. Es el rio perpetuo, solemne en su misma conducta y carácter yéndose en aguas promisoras por las rutas posibles en ecos patentados en su propio decoro. Sera vena inconfundible superando angustias y misterios e libre sobre olas y turbulencias haciendo historia sagrada, y cada gota será un estandarte que exhibirá sustentado en la grandeza de Yaracuy y en el signo augural de un amanecer hermoso cubriendo con su manto generoso la Venezuela soñada. Ahora comprendo porque el rio y el soñador, es lo mismo. Cronista Asesor-Cley williansyaracuy@hotmail.com

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