jueves, 26 de septiembre de 2013

La Compañía Guipuzcoana

(Sábado, 25 de Septiembre de 1728)
La Compañía Guipuzcoana
La Real Compañía Guipuzcoana fue una empresa comercial constituida el 25 de septiembre de 1728, con el objeto de monopolizar el comercio de la provincia de Caracas con España. Operó en Venezuela desde 1730 hasta 1785, es decir, durante más de cincuenta años del siglo XVIII; y tuvo gran influencia en el desarrollo económico, social y político de la colonia. Fue una empresa a base de acciones, cubiertas por capitalistas vascos, principalmente de la provincia de Guipúzcoa, en el norte de España. El Rey tuvo una considerable participación en el negocio, pues recibió de los empresarios 200.000 pesos en acciones. Esta circunstancia dio a la Compañía Guipuzcoana carácter oficial. De allí su denominación de Real Compañía.
ANTECEDENTES
Antes de la Guipuzcoana otras empresas habían intervenido, a comienzos del siglo XVIII, en el comercio de las provincias venezolanas. Primero fue la Real Compañía de Guinea, empresa comercial de origen francés, que obtuvo licencia del Rey de España para vender esclavos en las colonias. Luego operó la Real Compañía Inglesa de los Mares del Sur, constituida en 1712, a raíz de la Paz de Utrecht. Esta empresa obtuvo el asiento por treinta años, durante los cuales debía abastecer de esclavos a las colonias españolas.
Pero estas empresas extranjeras, en especial la compañía inglesa, aprovechaban el asiento para hacer comercio de contrabando, en perjuicio de los intereses económicos del gobierno metropolitano. Como consecuencia, el contrabando aumentó en forma alarmante en las primeras décadas del siglo XVIII. Era preciso, pues, combatirlo y asegurar al Rey los beneficios del comercio con sus colonias. Estas circunstancias determinaron la creación de la Real Compañía Guipuzcoana, cuyas bases, establecidas en el contrato de 1728, fueron las siguientes:
1. El Rey concedía a la empresa el monopolio comercial con la provincia de Caracas. En tal virtud, era la única que podía vender en la provincia toda clase de mercancías importadas; así como también comprar los frutos del país y llevarlos a España en las cantidades necesarias al consumo de la metrópoli. Los barcos de la empresa podían salir directamente de los puertos de Guipúzcoa y llegar a La Guaira y Puerto Cabello. Una vez abastecida la provincia de Caracas, la empresa podía vender y comprar en las provincias de Cumaná, Margarita y Trinidad.
2. La Guipuzcoana debía vigilar las costas y perseguir el contrabando, desde las bocas del Orinoco hasta Río Hacha. Sus barcos, debidamente armados, recorrerían las costas. Sus capitanes recibieron patentes de corso, esto es, autorización para apresar las naves contrabandistas y confiscar sus mercancías. Además, la empresa debía mantener varias embarcaciones pequeñas y quinientos hombres para el servicio de guardacostas en el litoral.
El Rey garantizó a la Guipuzcoana que ninguna otra persona o empresa recibiría permiso para intervenir en este comercio. Se declaró la protección del Rey a la empresa y se despacharon instrucciones a las autoridades coloniales para que se le dispensara toda clase de facilidades. Por último, el Gobernador de la provincia de Caracas fue nombrado Juez Conservador de la Compañía. De esta manera fue consagrado el carácter oficial de la empresa, en cuyas manos quedó el control económico de las provincias.
ACTUACION DE LA COMPAÑIA GUIPUZCOANA
Las operaciones de la Guipuzcoana se iniciaron a mediados de 1730, fecha en que llegaron a La Guaira los dos primeros barcos de la Compañía. Los resultados de su actividad fueron plenamente satisfactorios, y puede decirse que los, empresarios lograron los objetivos que se habían propuesto al constituir la empresa:
Primero: Aseguraron el comercio con las provincias venezolanas, que antes beneficiaba en gran parte a los contrabandistas extranjeros.
Segundo: Aseguraron el envío de frutos a España, regularizando y aumentando los embarques de cacao y tabaco, principalmente, y de esta manera pudieron rebajar los precios de dichos frutos en la Península.
Tercero: Consiguieron frenar y disminuir el contrabando, persiguiendo y hostilizando a los ingleses, holandeses y demás extranjeros que venían ejerciendo ilegalmente gran parte del comercio de la colonia.
OPSICION A LA COMPAÑIA GUIPUZCOANA

El establecimiento de la Guipuzcoana significó un cambio profundo en el sistema de comercio tradicional de las provincias venezolanas. Era la única empresa que podía vender mercancías europeas en el país, y la única también que podía comprar los frutos que se exportaban a España. De consiguiente, los precios de las mercancías importadas y de los frutos, dependían ahora de la empresa, la cuál los fijaba de acuerdo a sus conveniencias, en perjuicio de los consumidores y de los productores locales. Estos no podían comprar ni vender libremente, sino a la empresa, a los precios que ésta fijaba. Además, la compañía estaba en condiciones de castigar cualquier violación. Todo esto explica la oposición que ciertos sectores coloniales hicieron a la compañía. Al principio fue una oposición sorda, legal, pacífica. Más tarde llegó a ser oposición violenta.
OPOSICION DE LOS HACENDADOS Y DE LOS MERCADERES

Los primeros, que se consideraron afectados por el monopolio de la Guipuzcoana, fueron los hacendados y los mercaderes venezolanos. Y comenzaron a oponerse a través del Cabildo, organismo municipal integrado por representantes de dichos sectores. El Cabildo de Caracas se quejaba de que se hubiera establecido el monopolio sin habérsele consultado, o por lo menos dado alguna participación en un negocio de tanta importancia. Los hacendados ya no podían vender sus frutos al mejor postor, sino a la empresa; tampoco podían utilizar las naves de la compañía para enviar directamente sus frutos a España, pues la empresa se negaba a ello.
En relación con esto último surgió una larga disputa entre los hacendados y mercaderes, por una parte, y la Guipuzcoana por la otra. Los primeros querían que la compañía les permitiera utilizar una tercera parte de la capacidad de sus barcos para ellos enviar directamente sus frutos a España. Alegaban que durante muchos años fue costumbre repartir así las bodegas de los buques que llegaban a los puertos venezolanos, y que la empresa debía respetar esa costumbre. Pero la Guipuzcoana se negó repetidas veces a aceptar tal cosa, y las autoridades decidieron siempre la cuestión a favor de la empresa.
También hubo choques entre la compañía y los hacendados en relación con el comercio con México. Este comercio había estado siempre en manos de los hacendados y mercaderes venezolanos, quienes poseían sus propios barcos para este tráfico. El volumen de cacao que se exportaba a México, era, además, mayor que el que se enviaba a España. Por tales motivos, la Guipuzcoana se propuso apoderarse también del comercio con México. Pero no tuvo éxito en sus intentos, pues los hacendados y mercaderes se opusieron resueltamente y lograron que el Rey no accediera a las aspiraciones de la compañía.
OPOSICION DE LOS CONTRABANDISTAS
Las actividades de la Guipuzcoana afectaban directamente a los contrabandistas, sobre todo a los asentistas ingleses. Los barcos de la compañía inglesa que atracaban en los puertos venezolanos para vender esclavos, eran inspeccionados por la Guipuzcoana, que enviaba sus funcionarios a bordo, con órdenes de confiscar toda mercancía que no fuera esclavos. Esta actitud provocó las protestas de la compañía inglesa ante el gobierno español, pues consideraba que la práctica de inspeccionar sus barcos era una violación del convenio suscrito entre España e Inglaterra en 1713. Pero la Guipuzcoana continuó hostilizando a los barcos ingleses, vigilando de cerca las operaciones que realizaban en Venezuela e impidiéndoles todo intento de comercio ilegal. Esta actitud provocó la enemistad de los contrabandistas, quienes en varias oportunidades fomentaron el descontento contra la Compañía y ayudaron económica y militarmente los movimientos que se produjeron contra ella.
OPOSICION DE OTROS SECTORES
El sector más numeroso de los pequeños agricultores y comerciantes se vio también afectado por la Compañía, pues estos grupos eran los más ligados al comercio de contrabando y la Compañía venía a entorpecerle. La empresa se hizo particularmente odiosa, porque trataba de controlar el gobierno de la colonia y ponía al frente de los cargos a elementos de su confianza.
El descontento contra la Guipuzcoana estalló en varias revueltas, entre las cuales fueron las más importantes: 1) la que encabezó Andrés López del Rosario, más conocido como "Andresote", y 2) la que acaudilló Juan Francisco de León.
LA REBELION DE ANDRESOTE
Ocurrió entre 1732 y 1735, en la región del río Yaracuy y las tierras vecinas hasta el mar, zona que se había convertido en centro importante del contrabando que hacían los holandeses desde Curazao. El zambo Andresote, nativo de Valencia, se convirtió en jefe de numerosos esclavos y negros libres de la región, estableció su control en aquellas tierras y protegía el contrabando con los holandeses.
El gobernador de la provincia, bajo la presión de la Guipuzcoana, envió tropas contra Andresote, para reducirlo y acabar con el contrabando en la zona. Pero Andresote mantuvo en jaque, por varios meses, a las fuerzas del gobierno y destruyó en repetidas oportunidades las tropas enviadas contra él. En 1734, destruyó casi en su totalidad una fuerza de más de 300 soldados enviados para combatirlo. El gobierno se vio en la necesidad de organizar una expedición más numerosa, de 1.500 hombres, y después de varios meses consiguieron disolver las partidas de Andresote y apresar numerosos partidarios suyos, principalmente indios, mulatos, negros, muchos de los cuales fueron condenados a pena de muerte. No pudieron, en cambio, apoderarse de Andresote, quien gracias a la ayuda de los contrabandistas, pudo escapar a Curazao.
La rebelión de Andresote logró mantenerse tanto tiempo, gracias al apoyo que recibió de numerosos sectores enemigos de la Guipuzcoana. En primer lugar, los pueblos vecinos, cuyos habitantes colaboraban con los alzados, dándoles provisiones e informándolos a tiempo de los movimientos de las tropas del gobierno. En segundo lugar, los hacendados de la región, muchos de los cuales aparecieron comprometidos, pues tenían interés en hacer fracasar a la Guipuzcoana en su intento de controlar el comercio. En tercer lugar, los contrabandistas, quienes habían actuado hasta entonces con gran libertad en la zona y ahora tenían que enfrentarse a la empresa que se constituía para combatirlos. Los contrabandistas proporcionaron a Andresote y sus hombres armas, municiones y pertrechos para que lucharan contra el gobierno.
LA REBELION DE JUAN FRANCISCO DE LEON
Origen de la revuelta: La rebelión de Juan Francisco de León contra la Guipuzcoana se produjo entre 1749 y 1752, en los valles de Panaquire y Caucagua (Barlovento), y de allí se extendió a los valles de Tuy, y otras regiones de la provincia de Caracas. El canario Juan Francisco de León era Teniente Cabo de Guerra y Juez de Comisos de Panaquire. El factor de la Guipuzcoana denunció ante el gobernador Luis Francisco Castellanos, el hecho de que en los valles de Panaquire y Caucagua, importante zona cocotera, se estaba practicando descaradamente el contrabando con los holandeses.
En virtud de la denuncia, el gobernador designó a uno de los empleados de la Compañía para sustituir a León; pero éste se negó a entregarle el cargo y, por el contrario, le ordenó salir de Panaquire. Enterado el gobernador del incidente, ordenó a León reconocer al nuevo funcionario; pero el isleño contestó que no entregaría el cargo a ningún empleado de la Guipuzcoana. De esa manera se inició la revuelta contra la Compañía.
Desarrollo de la revuelta: Alrededor de León se fueron uniendo numerosos vecinos de la región, quienes lo instaban a mantener su posición y a protestar contra la Guipuzcoana. Alentado por este apoyo, León se dirigió a Caracas, seguido por centenares de personas que se le sumaron en los pueblos por donde pasaba, para plantear directamente al gobernador las quejas contra el monopolio vasco.
El 20 de abril de 1749, León entró con su gente a Caracas, y públicamente se entrevistó con el gobernador. Le expuso el descontento de los vecinos y le pidió la expulsión de la Compañía. Varios escritos de protesta presentó León al gobernador, y solicitó además la reunión del Cabildo y de los vecinos más notables de la ciudad, para que libremente dijeran si la Compañía había sido beneficiosa o perjudicial en los dieciocho años que llevaba en el país. Con esta convocatoria, León trataba de comprometer públicamente a los sectores que hasta entonces lo venían apoyando, darle más fuerza a sus demandas, y, sobre todo, presentar el movimiento como resultado de la aspiración justa de los vecinos y no como acto de rebeldía individual de su parte.
La junta general de los vecinos fue convocada. Asistieron los miembros del Cabildo y un numeroso grupo de terratenientes, dueños de haciendas. Esta junta general acordó lo siguiente:
1) La Compañía era responsable de la escasez y elevado precio de los artículos de importación.
2) La Compañía era responsable de haber rebajado los precios de los frutos, principalmente del cacao, cuyo precio, en los años de actuación de la empresa, había caído de 20 a 8 pesos la fanega. Estos cargos contra la Compañía significaban que su actuación había sido perjudicial a los intereses de la provincia, y, en consecuencia, se pedía su expulsión.
No sólo Juan Francisco de León pedía la expulsión de la empresa. También se pronunciaban contra ella el Cabildo, la nobleza, el claustro universitario y los más diversos sectores de la sociedad colonial. Ante esta situación, el gobernador optó por declarar la expulsión de la Compañía; pero al mismo tiempo, incapaz de enfrentar los hechos, huyó a La Guaira y se llevó consigo a otros funcionarios. Este comportamiento del gobernador dio origen a una larga disputa entre él y el Cabildo de Caracas. Ambas partes se achacaban responsabilidad en los disturbios ocurridos, y enviaban emisarios con la versión de los hechos, a las autoridades coloniales de Las Antillas y de España.
Después de varios meses, el Rey destituyó al Gobernador Castellanos y nombró en su lugar a Julián de Arriaga, quien llegó a La Guaira a fines de 1749, con el encargo de resolver el problema suscitado en la provincia.
Actuación del Gobernador Arriaga: El nuevo gobernador comprendió que la protesta contra la Compañía era unánime y no convenía tomar medidas drásticas para castigar a los comprometidos en los sucesos. Ofreció, pues, perdonar a quienes habían participado en los hechos. Al mismo tiempo, restableció la Guipuzcoana por vía de prueba, por seis meses, y nombró factor de la empresa a una persona no vasca. Pero la agitación continuaba y la gente mantenía su demanda de expulsión de la Guipuzcoana. El Gobernador Arriaga se dio cuenta de que no podía controlar mucho tiempo esta situación y solicitó ser reemplazado El Rey envió un nuevo Gobernador en 1751, Felipe Ricardos, quien llegó a Venezuela con 600 hombres armados. Traía instrucciones precisas para apresar a Juan Francisco de León y sus principales colaboradores, y reprimir todo intento de continuar las protestas contra la Guipuzcoana.
Asimismo, sus instrucciones le ordenaban restablecer la Guipuzcoana, reducida a las bases del contrato de 1728.
Fin de la revuelta: Al saber la llegada de Ricardos y su propósito de restablecer la Compañía, León comenzó de nuevo a movilizar sus gentes para marchar a Caracas y reclamar una vez más la expulsión de los vizcaínos. Pero el Gobernador Ricardos actuó con gran energía. Solicitó refuerzos a Cumaná y La Habana y movilizó sus tropas contra León, a quien declaró rebelde y traidor al Rey.
León evitó el encuentro con las tropas de Ricardos. Seguido de sus principales partidarios, huyó a los llanos y durante dos meses se mantuvo acosado por las tropas del gobernador. Entre tanto, Ricardos había detenido a un buen número de partidarios de la revuelta y embargado sus bienes. Sin ánimo de luchar contra el gobierno y con sus gentes dispersas y amedrentadas, Juan Francisco de León y su hijo Nicolás se entregaron a las autoridades de Panaquire. Trasladado a Caracas, rindió declaraciones y fue remitido a España, junto con los principales comprometidos en la revuelta.
Por auto del Gobernador Ricardos se dispuso en el juicio: "Que Juan Francisco de León sea remitido a España... con testimonio de su confesión para agregar a su causa, para que Su Majestad se sirva de resolver lo que fuera de su real agrado... Además de remitir a Juan Francisco de León, su hijo y a otros reos, para que el Rey les aplique el condigno castigo, dispone que se derribe y siembre de sal la casa que el primero tenía en esta ciudad..."
CONSECUENCIAS DE LA REVUELTA

Con la prisión de Juan Francisco de León terminó de hecho este movimiento que mantuvo por más de dos años agitada la provincia de Caracas, y dio origen a acontecimientos políticos muy importantes para la vida de la colonia. Sin embargo, este movimiento, aun cuando fracasó en sus propósitos, tuvo importantes consecuencias:
Primero: Las autoridades acogieron las acusaciones formuladas contra la Guipuzcoana durante la revuelta, y tomaron medidas para corregirlas.
Segundo: Se creó una junta de precios, formada por el gobernador, un representante del Cabildo y otro de la Compañía, para fijar los precios del cacao.
Tercero: Se aseguró a los hacendados y cosecheros un sexto de la capacidad de los barcos de la compañía para que remitieran por su cuenta frutos a España.
Cuarto: Se garantizó a los cosecheros y mercaderes criollos el derecho de seguir comerciando con México y se le negó a la Compañía participar en este comercio.
Quinto: Después de la revuelta mejoraron los precios, del cacao y la compañía incremento sus exportaciones a España.
Sexto: Se permitió a los hacendados y mercaderes criollos adquirir acciones de la Compañía, y de esa manera, tener participación en los beneficios de la empresa.
No hay duda de que esta última consecuencia fue la más importante. Los nobles criollos, que habían luchado contra la Compañía y habían apoyado e incitado a León en su revuelta, eran ahora los que obtenían los beneficios de aquel movimiento. Teniendo de su parte a los nobles terratenientes que ahora eran accionistas suyos, la Guipuzcoana no tuvo ya más problemas serios. Esto explica, en cierto modo, la tranquilidad y la paz en que opera la Compañía en los siguientes treinta y cinco años de permanencia en Venezuela.

martes, 24 de septiembre de 2013

José Félix Blanco

(Martes, 24 de Septiembre de 1782)
José Félix Blanco
El 24 de septiembre de 1782 nace en Caracas José Félix Blanco. Se ordena de sacerdote en la misma ciudad.
Desde joven abrigó ideas independentistas, el 19 de abril de 1810 es él quien logra la asistencia del Padre Madariaga al Ayuntamiento en la memorable reunión de ese día, junto a Salias, Roscio, y otros patriotas.
En 1813 se incorpora al ejército de Bolívar y así se le ve, activo soldado en las tremendas luchas por la libertad.
Hizo la campaña de Occidente, durante la cual prestó valiosos servicios al Libertador, quien, en Bogotá, en 1814, le nombró vicario general del ejército. En dicho año regresó a Venezuela, donde tomó parte en la acción de El Yagual. En Araure está al lado de Urdaneta y con Villapol va a San Mateo en auxilio de Bolívar... Así su campaña continúa... Bocachica, San Félix, acciones donde está presente.
De 1819 a 1821 asumió la dirección de las misiones; en 1826 desempeñó el cargo de comandante de armas de Mérida y Trujillo y la intendencia general del departamento del Orinoco; en 1847 fue designado ministro de Hacienda y en 1855 emprendió la tarea de reunir los Documentos relativos a la Guerra de la Independencia.
Ya anciano, buscó la ayuda de Ramón Azpurúa, quien publicó su obra con el título de "Documentos para la vida pública del Libertador".
El Padre Blanco volvió a la vida pública en 1862, a petición del General Páez, en el cual ejerció importantes cargos en el Gobierno de Páez, Vargas y Monagas.
Reivindicado en el ejercicio de su misión sacerdotal por el Papa Gregorio XVI, se incorporó al Arzobispado de Caracas.
Murió en Caracas, el 18 de marzo de 1872, el prebístero José Félix Blanco, soldado de Cristo y de la Patria. Una vez consumada la Independencia, el Gobierno lo utilizó como fiel exponente de la Administración Pública.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Don Fermín Toro

(Miércoles, 23 de Septiembre de 1807)
Don Fermín Toro
Nació en el Valle caraqueño, probablemente el 23 de septiembre de 1807. La fecha exacta no ha sido posible fijarla. Su verdadero maestro es el padre Benigno Chacin, párroco de El Valle, a partir de 1814. además de enseñarle música y adiestrarlo en el violín, contribuye también a formarle una definitiva personalidad.
La sólida cultura que adquiere se la da él mismo. La guerra de la Independencia, en medio de lo cual vivió su infancia y juventud, no le permitió acudir a centros de estudios. Además, el padre Chacín ya no estaba a su lado porque la familia Toro se radicó en Caracas en 1817. Sin embargo se empeña en leer a los escritores clásicos y a estudiar filosofía e idiomas, es decir, a darse una formación humanística.
Toro viajó a Margarita con un cargo del Ministro de Hacienda y en 1831 fue electo por esa provincia Diputado al Congreso Constituyente. En dicho Congreso se consagró como orador y como patriota de acendrado fervor bolivariano, en momentos en que el nombre de Bolívar se pretendía echar al olvido.
En 1839 viaja a Londres como Secretario de la Legación a cargo de Alejo Fortique. Su estancia en esta ciudad inglesa la aprovecha para cimentar más su cultura. Aquí estudia con más método y vive muchas experiencias que anotará en su haber. Luego completa una visión por otros países de Europa y a poco de regresar de Venezuela en 1842, el Gobierno Nacional le encarga escribir una descripción de las honras públicas decretadas como motivo del trasladado de los restos del Libertador a Caracas.
Una de las piezas que demuestran la integridad y los vastos conocimientos de Fermín Toro, es su "Reflexiones sobre la Ley del 10 de abril de 1834", Ley que él mismo firmó como Presidente de la Cámara de Diputados y en la que se decretaba la libertad de contratos en el comercio, con el interés que quisiese el contratante. En esta pieza, Toro se revela como un liberal en materia de economía. Asienta que "en vano se pretende tras del velo de la libertad, ocultar una inmoralidad de un contrato usuario, o de una maniobra con los capitales que perturben repentinamente la circulación". En otro párrafo dice: "la libertad no es el fin de la sociedad y que como medio o facultad debe estar subordinada a la igualdad necesaria que es el objeto principal de la asociación; la libertad que se ejerce por algunos con daño de los otros, es tiranía, es iniquidad, porque rompe la armonía y viola la igualdad".
Arturo Uslar Pietri, citado por J.A. de Armas Chitty (Fermín Toro y su época), dice con respeto a esta Reflexiones de Toro: "Aquel sermón es el vivo retrato del estado social del país en su época. No hubo por entonces en Hispanoamérica análisis más penetrante y más exacto de la vida social y económica".
En 1844 actúa Fermín Toro como Ministro Plenipotenciario en Bogotá, para tratar el asunto de límites con Colombia; por razones diversas, ajenas al mismo Toro, fracasa su gestión, aunque es digna de estudiarse toda su doctrina al respeto. Donde sí tuvo éxito fue en Madrid, al canjear satisfactoriamente las ratificaciones del tratado de reconocimiento de la independencia de Venezuela en 1846.
Fermín Toro está en el congreso, como representante por Caracas, cuando el doloroso atentado del 24 de enero de 1848. El Presidente Monagas, que decía que la Constitución sirve para todo, ordena a los diputados y senadores que vuelvan al Congreso. Al hacerle saber esta orden a Toro, contesta: "Decidle al General Monagas que mi cadáver lo llevarán pero que Fermín Toro no se prostituye". Desde entonces no aparece más en la escena pública, hasta 1858 en que triunfa la revolución de Julián Castro contra Monagas, y Fermín Toro es nombrado Ministro de Hacienda, y más adelante Ministro de Relaciones Exteriores, justamente cuando se discutía el enojoso problema del Protocolo firmado por Urrutia, por el que paso Venezuela se vio en situación crítica con gobiernos extranjeros.
El 5 de julio de 1858 se reúne en Valencia la convención Nacional y Toro es electo Presidente de la misma. Allí con el juego de su oratoria, deslumbra a los asambleístas; les habla con valor en defensa del protocolo y ante un auditorio contrario a Monagas, se atreve pedir perdón para el caudillo oriental. Finalizada la convención, y ante la presión de los federales y un oscuro arreglo entre Julián Castro y Falcón, Toro decide escapar a Curazao.
En 1860 está Fermín Toro nuevamente en Madrid en representación diplomática para arreglar como electo arregla exitosamente, el problema suscitado con España por la participación de algunos canarios en la Guerra Federal. Agravado de pronto por un mal incurable, el destacado tribuno muere en Caracas en 1865.

Lino de Clemente

(Miércoles, 23 de Septiembre de 1767)
Lino de Clemente
El 23 de septiembre de 1767 nace en el pueblo de Petare el prócer Lino de Clemente y Palacios.
Desde 1786 hasta 1800, fue Guardiamarina, Alférez de Fragata, Alférez de Navío y Teniente de Fragata en la Armada Real Española. En 1810 fue nombrado por la Junta Patriótica Secretario de Guerra y Marina y ascendido a Capitán de Fragata.
Elegido como representante de la provincia de Caracas para el Congreso que se instaló en 1811, tuvo la gloria de firmar el Acta de la Independencia y la primera Constitución de la República.
Ascendido a Capitán de Navío, Miranda le nombró Comandante General de los Cuerpos de Artillería y Marina, el 4 de mayo de 1810 la Junta Suprema de Caracas lo designa Secretario de Marina y de Guerra, cargo que en la actualidad corresponde al de Ministro de la Defensa, (por lo que podemos decir que Lino de Clemente fue el primer Ministro de la Defensa de Venezuela), y en 1813 el Libertador le distinguió con el mismo nombramiento, y pasó al Ejército Libertador en 1814. El mismo año fue nombrado Inspector General del Cuerpo de Artillería y Marina y, Agente Extraordinario ante el Gobierno de Su Majestad Británica. En el mes de mayo el mismo año ascendió a General de Brigada.
En 1819, fue nombrado Mayor General de la Marina Nacional, y con tal carácter actuó en las provincias de Santa Marta y Cartagena en abril de 1821. Desde Santa Marta organizó los buques que habían de sitiar a Cartagena.
En 1821, era Comandante en Jefe del Departamento del Zulia. Durante cinco meses combatió a las tropas de Morillo, ubicadas en los Puertos de Altagracia y Misca. En Carache destrozó a Morales y Calzada.
En 1825, era Comandante Militar de la provincia de Caracas, y en abril del mismo año, Ministro de la Corte Marcial de la República.
El 11 de agosto de 1825, fue nombrado Comandante General de la Escuadra de Operaciones que debía formarse en el tercer Departamento de Marina. En marzo de 1826, se le designó Secretario de Estado en el Despacho de Marina. El 24 de noviembre de ese mismo año fue ascendido a General de División.
En diciembre de 1826, se encargó de la Comandancia General e Intendencia del Departamento del Zulia.
El 21 de junio de 1827, se encargó de la Comandancia de Armas de la provincia de Caracas, y el 1º de julio, de la Presidencia de la Comisión de Repartimiento de Bienes Nacionales.
En agosto de 1829, ocupó los cargos de Prefecto del Departamento de Caracas y Director General de Rentas de los de Venezuela.
Por motivos de salud se retiró a la vida privada el 6 de enero de 1830.
Murió el 17 de junio de 1834.

domingo, 22 de septiembre de 2013

El Cardenal Quintero

(Lunes, 22 de Septiembre de 1902)
El Cardenal Quintero
El 22 de septiembre de 1902 nace en el pueblo merideño de Mucuchies, José Humberto Quintero, primer Cardenal de Venezuela. A los 24 años se ordenó de sacerdote. En el Colegio Pío Latinoamericano de Roma se doctoró en Teología y Derecho Canónico.
Fue el XII Arzobispo de Caracas; el 16 de enero de 1961 el Papa Juan XXIII lo eligió Cardenal y fue a recibir el Capelo en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
Murió el 8 de julio de 1984.

Monseñor Mariano de Talavera

(Lunes, 22 de Septiembre de 1777)
Monseñor Mariano de Talavera
El 22 de septiembre de 1777 nace en Coro, Estado Falcón, Mariano de Talavera y Garcés, Sacerdote esclarecido, hombre de letras y de notable influencia. En Mérida se une a la Junta Patriótica y firma el Decreto de erección de la Universidad. En 1829 va a Angostura como Vicario Apostólico de la vacante Diócesis de Guayana.
Tras un breve paréntesis de un año (fue expulsado del país en 183l), logra una meritoria labor en la Diócesis. Termina la Catedral, que había sido iniciada por Moreno de Mendoza en 1765.
Monseñor de Talavera murió en 1861, en Caracas.