martes, 27 de diciembre de 2016

27 de diciembre de 1797 Nace #ManuelaSáenz .
Nació en #Quito, #Ecuador; el 27 de diciembre de 1797. Hija de Simón Sáenz y María Joaquina de Aispuru.

Cuando Manuela tenía sólo seis años quedó huérfana de madre. Este hecho, fue moldeando su carácter y como además estuvo rodeada de sus dos hermanos, participantes asiduos en la revolución libertadora. Así, siempre rebelde y con mucha fuerza Manuela se convirtió pronto en un valuarte de la Revolución.

Mientras todas las jovencitas estaban siendo educadas para casarse, Manuela a los doce años de edad se pliega a las fuerzas revolucionaras emancipadoras que iniciaron la Revuelta en Quito, el 9 de agosto de 1809. Este proceso duró poco, no así las ideas rebeldes de Manuela que la acompañaron toda su vida.

En 1814, a los 17 años, Manuela fue enviada a un convento para que fuera educada como todas las señoritas en Quito. Pero la inquieta personalidad de la heroína no permitiría este reposo, y en poco tiempo se enamoró de Fausto D’Elhuyary, con quien huye del convento. Este suceso ha sido desmentido por la historiografía.

En 1818, Manuela contrajo matrimonio con el inglés James Thorne, hombre mucho mayor que ella, pero quien era muy adinerado; trasladándose con él a vivir a #Lima (Perú) entre 1819 y 1820. Él estaba realmente enamorado de la joven y le perdonó sus infidelidades y sus andanzas políticas.

En julio 28 de 1821, Manuela estuvo allí cuando se declaró la independencia del #Perú y participó de lleno en todo el proceso. Fue debido a sus servicios patriotas y a su valor que se le nombró Caballero de la Orden del Sol.

Luego de separarse de su marido, en 1822, Manuela viaja a Quito acompañada de su padre; conociendo en este lugar a #SimónBolívar, cuando éste hizo su entrada triunfal a dicha ciudad el 16 de junio de 1822. En Quito surge un estrecho vínculo afectivo entre Bolívar y Manuela, derivado de sus conversaciones y coincidencias acerca de la campaña libertadora.

En 1823, Bolívar parte al Perú donde se le une semanas más tarde Manuela, quien lo acompaña durante la campaña libertadora de dicha nación, permaneciendo en su cuartel general algunas veces, o en #Lima y en #Trujillo en otras ocasiones.

Durante los primeros meses de 1825, hasta abril, y luego cuando #Bolívar regresa del Alto Perú (Bolivia) a partir de febrero de 1826, reside con él en el palacio de la #Magdalena, cerca de Lima. Cuando Bolívar sale del Perú en septiembre de 1826, Manuela permanece en Lima, donde persiste en la defensa del ideario bolivariano después de la reacción contra el Libertador en enero de 1827, por lo que es apresada por los adversarios de Bolívar y enviada al destierro (1827), dirigiéndose a Quito y luego a #Bogotá, donde se establece en 1828.

Al enterarse Bolívar de la situación de Manuela, la llama a su lado y viven en la residencia que hoy es llamada Quinta de Bolívar. Para este tiempo se hacen manifiestas las intrigas contra la autoridad de Bolívar, que llevan a #PedroCarujo entre otros, el 25 de septiembre de 1828, a intentar asesinarlo, conspiración fallida gracias a la rapidez con que Manuela hizo huir a Bolívar por una ventana del Palacio de Gobierno; es a partir de este acontecimiento que se le llama Libertadora del Libertador, calificativo que le dio el propio #Bolívar.

En 1830, Manuela encontrándose en #Guadas (Colombia) se entera de la muerte de Bolívar, por lo que se traslada de inmediato a #Bogotá donde manifiesta públicamente de palabra y por la imprenta su adhesión a los ideales del Libertador. Perseguida por el gobierno que sucedió en abril de 1831 al general #RafaelUrdaneta en Bogotá, finalmente es expulsada por considerársele conspiradora.

Manuela encontrándose en #Kingston (Jamaica), donde pasa un año, escribe al general #JuanJoséFlores, entonces presidente del #Ecuador, quien le envía un salvoconducto y así intenta regresar a su país; pero en #Guaranda (Ecuador) en octubre de 1835, es informada que no puede entrar a #Quito, pues sus credenciales no son válidas al perder Flores el poder. Asimismo, sus bienes fueron confiscados en Colombia.

Ante estas circunstancias, Manuela se instala en #Paita, al norte del Perú, donde por necesidad económica abre un comercio relacionado con la producción de tabacos. El 19 de junio 1847, su marido es asesinado en #Pativilca; y en su testamento #Thorne devolvía a Manuela los ocho mil pesos de la dote de los intereses; sin embargo, ese dinero nunca llegó a sus manos.

Durante los últimos años de su vida, fue visitada en el puerto de Paita por personajes tales como #HermanMelville (autor de Moby Dick), #SimónRodríguez y #GiuseppeGaribaldi.

En 1856, Manuela contrae difteria, enfermedad que acaba con su vida el 23 de Noviembre de 1856; su cadáver fue incinerado a fin de evitar contagio en la población, lo mismo que sus pertenencias.

En agosto de 1988, fue localizado el lugar donde se encontraban los restos de Manuela Sáenz en el cementerio de aquella población. La identificación fue posible gracias a que se encontró la réplica de la cruz que siempre portaba, la cual la identificaba como la compañera del Libertador.

https://es.wikipedia.org/wiki/Manuela_S%C3%A1enz
Foto

lunes, 12 de diciembre de 2016

LA GENTE INVISIBLE QUE VISIBILIZÓ A VENEZUELA

Y no es que solamente se reconozcan las hazañas de estos personajes en las regiones de su procedencia, sino en todo el país, pues fue gracias al coraje manifiesto de estos patriotas que finalmente se logró la emancipación de Venezuela al mando del Libertador Simón Bolívar…
Raúl Freytez 
La charla del Alcalde de Las Mercedes del Llano, Elías Zurita, exaltó los hechos soslayados o sencillamente ocultos de los personajes más resaltantes de la historia de Venezuela.
La charla del Alcalde de Las Mercedes del Llano, Elías Zurita, exaltó los hechos soslayados o sencillamente ocultos de los personajes más resaltantes de la historia de Venezuela.
Todos los pueblos tienen sus memorias, aunque algunas permanecen ocultas. La muerte es eterna, se cuela como la oscuridad pero no es el final salvo cuando hay olvido. Por eso al repicar las campanas se despiertan los fantasmas, esa gente desconocida para el colectivo por estar recubiertos con la túnica de la indiferencia; son personajes notables que dejaron su huella bien plantada en la tierra que les vio nacer, o donde escribieron sus recuerdos, e incluso más allá de sus fronteras, pero cuyo signo sigue desdeñado, oculto en las rendijas de la historia.
Las personas forjan las historias y nosotros nos encargamos de escribirlas, pero la tarea aún no se ha completado con éxito porque hay mucha gente a la que se le han ocultado sus recuerdos negándoles la historicidad de sus acciones, la trascendencia de reconocer su valor en la memoria colectiva, por lo que quedan excluidas; se les esconde en el manto de la invisibilidad aunque sus hazañas sean dignas de ser contadas. Sucedió ayer, por decir pasado, y sucede en la actualidad.
Estas reflexiones tienen que ver con la actividad realizada recientemente por la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (Unerg), en la clase inaugural del segundo trimestre correspondiente a la primera Maestría en Historia de Venezuela que se dicta en Yaracuy, en la que Elías Zurita, Alcalde del municipio Las Mercedes del Llano, estado Guárico, visibilizó las hazañas de Juan José Rondón, prócer de la Independencia venezolana.
La osada la arremetida de Juan José Rondón con su tropa de lanceros, fue vital para que Páez venciera en Las Queseras del medio.
La osada la arremetida de Juan José Rondón con su tropa de lanceros, fue vital para que Páez venciera en Las Queseras del medio.
Visibilizan a Juan José Rondón
Este oficial patriota, originario de esa región llanera, estuvo invisibilizado por la historia aunque su activa participación en la batalla de las Queseras del medio fue decisiva, pero que los historiadores sólo describieron la actuación del Centauro de los llanos, José Antonio Páez, de donde surgió la célebre frase del general llanero: “Vuelvan caras”. Fue tan osada la arremetida de Rondón con su tropa de lanceros de apenas veinte soldados, el dos de abril de 1919, que el propio Simón Bolívar le confirió la Orden Libertadores de Venezuela, aunque muy poco se conozca de este valeroso soldado.
La clase magistral de Elías Zurita, a cargo del Área de Postgrado correspondiente al aula territorial del estado Yaracuy (Unerg-UNEY), dejó un grato sabor a venezolanidad entre los maestrantes e invitados especiales, y fue un espacio ameno para el reencuentro con los valores de identidad regional, en el caso de las Mercedes del Llano con el coronel Juan José Rondón, que también combatió en Pantano de Vargas para ponerle fin a ese encuentro bélico con la victoria de las filas patriotas, que por su condición de negro le fue negado el grado de general de brigada sencillamente porque en esos tiempos estaba arraigada la lucha de clases; la existencia estaba centrada en la claridad de la piel de los criollos y los blancos peninsulares.
Después del triunfo en Las Queseras del Medio, el ejército avanzó junto con los soldados de la Legión Británica de James Rooke hacia la llanura colombiana y se encontraron con la hueste afecta al rey de España comandadas por José María Barreiro, y ahí mismo entrabaron feroz combate, sólo que los realistas avanzaron con una gran tropa de artillería y caballería, lo que, según la versión descrita en el parte de guerra de Bolívar, apunta que él mismo ordenó al negro Juan José: "¡Coronel, salve usted la patria!", y su respuesta fue: "Es que Rondón no ha peleado todavía"; aunque, según Ernesto Cazal en Historia Nuestra: “Rondón no ha peleado todavía”. (mayo 19 de 2014), revela otra versión en un breve diálogo a la inversa: “Bolívar (apesadumbrado) menta madre, dice que todo está perdido cuando el negro, comandante de lanceros, le responde casi con tono de reproche: -Pero General, ¡si Rondón no ha peleado todavía! -¡Entonces salve Ud. la patria, Coronel!”.
Como quiera que haya sido, esas frases inmortalizarían a Rondón tan igual que su heroísmo, pues de inmediato acató el mandato con una escuadra de 14 lanceros, hecho que le encumbraría a la leyenda tanto en Colombia como en Venezuela que honran su memoria, pues luego de esa acción se produjo el triunfo en la Batalla de Boyacá, según manifestó Elías Zurita, en su aplaudida exposición.
José Joaquín Veroes entró en la historia patria, justo frente a la pared frontal de la Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación en San Felipe "El Fuerte".
José Joaquín Veroes entró en la historia patria, justo frente a la pared frontal de la Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación en San Felipe "El Fuerte".
Un empujón cambió la historia
Esta realidad histórica fue semejante en todo el país a través de muchos protagonistas que como Rondón laurearon la historia venezolana, tal como sucedió con el coronel José Joaquín Veroes, nativo del suelo insurgente de la ciudad de San Felipe “El Fuerte”, el 19 de marzo de 1789, cuyo patriotismo, fervor y entrega a la causa independentista fue reconocido también por el propio Simón Bolívar al conferirle el grado de coronel del Ejército Libertador, de ahí el título de esta crónica: “La gente invisible que visibilizó a Venezuela", pues nos pareció acertadamente positiva la charla del Alcalde de Las Mercedes del Llano, Elías Zurita, por ser un buen modo de dar a conocer y exaltar los hechos omitidos, soslayados o sencillamente ocultos de los personajes más resaltantes de la historia de Venezuela.
Y no es que solamente se reconozcan las hazañas de estos personajes en las regiones de su procedencia, sino en todo el país, pues fue gracias al coraje manifiesto de estos patriotas que finalmente se logró la emancipación de Venezuela al mando del Libertador Simón Bolívar, y esa realidad debe ser conocida por los escolares, docentes, padres y representantes así como de todo el colectivo para enaltecer el amor por la patria, el sentido de pertenencia y gentilicio.
De ahí la necesidad de abordar la memoria histórica desde el punto de vista regional, municipal y local, consciente de que solo formando el concepto de identidad con aptitud, formación y conocimiento, más fácilmente se vencerán las sombras del olvido y del abismo que nos separa de la comprensión de la historia patria, municipalizando los recuerdos de los pueblos, tal como la historia de José Joaquín Veroes de quien se ha dicho que le bajó los humos al altanero hijo del Alférez Real de San Felipe “El Fuerte”, el 19 de abril de 1810, al momento en que éste le impidió entrar a la Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación ataviado de botas y capa, vestuario sólo permitido a los blancos. Un zambo con vestidura de mantuanos era inaceptable.
Un fuerte empujón o un puñetazo, y no una cachetada como se ha dicho, fue la mecha que encendió el polvorín de pasiones aprisionadas por muchos años en el alma de los sanfelipeños, por el avasallamiento que impusiera la clase dominante afecta al monarca español; hecho que le obligó a huir de su ciudad natal hacia la población de El Tocuyo para evitar represalias del gobierno imperialista, iniciando así lo que habría de transformarse en el resurgir de una nueva historia plena de hechos heroicos al alistarse como soldado raso en la Guerra de Independencia, el primero de mayo de 1810, subalterno del Marqués del Toro, en la Campaña de Coro.
Gracias al coraje manifiesto de un patriota como José Joaquín Veroes, entre muchos valientes, se logró la emancipación de Venezuela. (Ilustración: José Luis Díaz).
Gracias al coraje manifiesto de un patriota como José Joaquín Veroes, entre muchos valientes, se logró la emancipación de Venezuela. (Ilustración: José Luis Díaz).
El zambo sanfelipeño
El valor de José Joaquín Veroes fue reconocido en las Batallas de Pedregal, Sabaneta de Carapa, Cañizos, San Antonio y Chivacoa, lo que le valió el ascenso a cabo y posteriormente a sargento. Pero fue durante la Guerra a Muerte donde en verdad mostró sus habilidades en el campo de la guerra, logrando derrotar la hueste invasora comandada por Domingo de Monteverde, lo que le permitió ascender al rango de subteniente por su alto espíritu militar y valentía, y con seguridad también por el hecho de saber leer y escribir desde su niñez en la escuela regida por sacerdotes dominicos en su ciudad natal, gracias al apoyo del Justicia Mayor del lugar Rafael Álvarez de Lugo, para quien trabajaba su madre Antonia Berois.
En este punto el hijo de Antonia Berois, apellido original del prócer sanfelipeño descendiente de la gente de ébano africano, ya tenía un lugar bien ganado en las filas patriotas, y luego de su participación en el encuentro bélico de Puerto Cabello, comandado por Luciano D´Elhuyar, en 1814, le otorgan el grado de teniente; un hecho nada fácil para un zambo, la unión de un indígena con una afrodescendiente, pues aunque los grupos de color fruto de la mezcla de blancos, aborígenes y negros, denominados Pardos, no estaban en la condición de gente esclavizada, tampoco podían ocupar cargos de importancia en el ámbito social, eclesiástico, militar y político, precisamente por las limitaciones impuestas en la época colonial.
Ello no fue impedimento para José Joaquín Veroes, pues su amor por el terruño le impulsaba a luchar constantemente para librar del dominio español, tanto a los Pardos como a los blancos,a favor de la igualdad y los derechos de todos por igual, tiempo durante el cual se perdió la segunda República por la irrupción en escena de José Tomás Boves, que aunque muriera alanceado en la Batalla de Urica, el cinco de diciembre de 1814, seis días después se produjo la derrota de las filas patriotas en la Batalla de Maturín, retornando el poder al ejército realista.
Meses antes Veroes luchó en la batalla de Aragua de Barcelona y en las operaciones bélicas de Los Colorados y Urica subalterno de los generales José Félix Ribas y José Francisco Bermúdez, hasta el instante en que lo hacen prisionero en 1815 confinado en la cárcel de Puerto Cabello y luego trasladado a Cartagena de Indias de donde se escapó escondiéndose en una embarcación de bandera inglesa para incorporarse nuevamente al ejército libertador al mando del coronel Mariano Montilla, combatiendo, entre otras batallas, en la Toma de Cartagena (1821) y en Santa Marta (1823).
Fue entonces un zambo sanfelipeño quien luchó, entre un meritorio contingente humano, para que prevaleciera la igualdad entre los Pardos, los blancos criollos y peninsulares en San Felipe y la Patria, lo que fue tomado en cuenta por la historiadora Diana Sosa Cárdenas (1959) en su libro: Los Pardos, Caracas en las postrimerías de la Colonia. (Caracas: UCAB, 2010.187 p.), donde afirma que “escribimos la palabra Pardo en mayúscula porque este es, dentro de la Historia de Venezuela, un nombre propio, ya que solo se refiere a esta clase social, al menos esa es nuestra opinión. Y la palabra Pardo es, además, un venezolanismo”, porque las castas afloraron por la unión de blancos e indígenas, resultando mestizos; negro y aborigen, mulatos, mientras que la mezcla del indígena y negro, daba como resultado un zambo.
Óleo de la Batalla de Ayacucho, obra de Martín Tovar y Tovar.
Óleo de la Batalla de Ayacucho, obra de Martín Tovar y Tovar.
Eslabón de identidad
Para entonces en la patria impregnada de sangre mestiza, que el propio Libertador designaba como el “pequeño género humano”, (Carta de Jamaica. 6 de septiembre de 1815), José Joaquín Veroes ya había escalado los altos rangos militares, y con la jerarquía de teniente coronel fue transferido al Perú, el 1 de julio de 1824, como parte de la oficialidad que intervendría en la rendición de El Callao a las órdenes del general Bartolomé Salom (1825-1826), portal de la Batalla de Ayacucho que daría fin al poder español con la consolidación de la emancipación hispanoamericana.
En mayo de 1824 el comandante José Joaquín Veroes es transferido a Perú, a la división a cargo del general José de Jesús Barreto, quien fue sustituido en noviembre por el general Bartolomé Salom; Bolívar le encarga acabar con la resistencia realista concentrada en la fortaleza de El Callao, donde se había hecho fuerte el brigadier realista Ramón Rodil, luego de la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. Salom dirige el asedio, y luego de resistir los ataques patriotas por casi 2 años, el valeroso jefe español capitula ante las fuerzas patriotas, el 22 de enero de 1826; Veroes consigue el grado de coronel graduado por órdenes del Libertador Simón Bolívar, Presidente de Colombia, en julio de ese mismo año. Veroes continuará prestando servicio en diversas guarniciones de Colombia, especialmente en la costa atlántica y en el istmo panameño, colaborando con el general José María Carreño, Comandante de Armas, y luego con el coronel José María Sardá, Intendente General del Departamento de Panamá”. (José Joaquín Veroes. Diario El Universal. Miguel Azpurua. Caracas.13 de enero de 2015).
José Joaquín Veroes es tan solo un eslabón de identidad, una de esas personas que cruzó extensas fronteras latinoamericanas como emisario de libertad que, aunque invisibilizado entre los rastros de la historia, visibilizó a los sanfelipeños en la memoria de la patria y Latinoamérica, por lo que su presencia debe ser objeto de estudio e investigación pues él fue el representante de San Felipe “El Fuerte” para liberar a la patria del yugo español, una realidad histórica que deben conocer los escolares para enorgullecerse aún más de su gentilicio.
Y además hubo muchas circunstancias que se deben destacar en la vida del prócer sanfelipeño, pues aunque al principio su iniciación en la historia nacional fue casual, inmediatamente se convirtió en hechos determinantes contextualizados a las proezas heroicas en las batallas de Venezuela y más allá de sus fronteras, aventura que inició con aquella idea quimérica del Generalísimo Francisco de Miranda cuando habló de una sola patria desde Colombia hasta la Patagonia, y luego llevada a la práctica por el Libertador Simón Bolívar con los múltiples combates en los que participó para liberar al país del oprobio y sometimiento del monarca español, que culminaría con la derrota del ejército realista en la Batalla de El Callao al mando del General Bartolomé Salom, en la que el zambo Veroes tuvo una decisiva participación, en 1826. Luego se originó la Batalla de Ayacucho, con el Mariscal Sucre al frente, asestándole la estocada final al dominio realista. Y un hijo de San Felipe “El Fuerte”, José Joaquín, estuvo allí al final de la guerra que emancipó a la patria.
No es, pues, mera casualidad que su nombre esté inscrito en los anales de la historia patria, y así el de muchos personajes que dieron su vida para que Venezuela fuese libre y soberana, por lo que es nuestro deber visibilizarlos, descorrer el velo del olvido y ubicarlos en el justo lugar que merecen en la memoria colectiva nacional.
Veroes regresó a su lugar de origen luego de la disolución de la Gran Colombia; un zambo con la jerarquía de coronel, tan sencillo como humilde con su pensión de oficial retirado del Ejército Libertador. Y en su pueblo murió, el 8 de enero de 1855 a los 66 años, se dice que muy pobre abrazado a un dibujo de Simón Bolívar, quizás recordando los días de gloria entre balas, pólvora, gritos y relinchos.
San Felipe, Yaracuy y Venezuela honraron la memoria del ilustre sanfelipeño al trasladar sus restos al Panteón Nacional, el 16 de diciembre de 1942.

viernes, 9 de diciembre de 2016

#9DeDiciembre #Efemérides  
"La batalla de #Ayacucho fue el último gran enfrentamiento dentro de las campañas terrestres de las guerras de independencia
El 9 de diciembre de 1824, Antonio José de Sucre, con 6.000 soldados, se enfrenta y vence al virrey La Serna, quien guía 9.320 hombres, en el campo inmortal de Ayacucho, que en lengua quechua quiere decir Rincón de los Muertos.

Poco antes, Bolívar le había escrito- «Expóngase usted, general, a todas las contingencias de una batalla antes que a los peligros de una retirada». J.A. Cova dice que la Batalla de Ayacucho «no es solamente una épica acción de armas en cuanto a técnica y pericia militar. Es más: la creación de un gran artista, de un supremo artífice que ha vivido soñando con su obra maestra y finalmente la ve realizada con todos los contornos de la obra perfecta. En Ayacucho nada faltó para dar majestad y carácter a la suprema concepción de Sucre».

Con Ayacucho se dio libertad al Perú y también al Alto Perú, que después se llamó Bolivia. Asistieron a Sucre oficiales de la talla de Jacinto Lara, La Mar, Córdova, Miller, José Laurencio Silva. Sucre ofreció a los vencidos una capitulación tan gloriosa como la misma batalla, por estimar que «es digno de la generosidad americana conceder algunos honores a soldados que han permanecido y vencido catorce años en el Perú.»

La jornada de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, terminó en el Sur la guerra de independencia que comenzó en el Norte con la batalla de Lexington el 19 de abril de 1775.

El continente americano, de polo á polo, iba á ser libre.

Tenían los realistas 9.320 hombres disponibles de todas armas y once piezas de artillería. Sucre sólo contaba con 6.000 hombres de infantería y caballería, y una sola pieza de artillería.

¿Hay alguien que crea que nuestras fuerzas eran desiguales? No; que allí estaba Córdova, y Silva y Luque, y Lara, y Lamar, y sobre todo Sucre, que valía un ejército. Este recorría las filas diciendo á los soldados: De los esfuerzos de este día depende la suerte del Sur América. Este será un día de gloria que coronará nuestra constancia. Soldados! viva el Libertador, viva Bolívar, el Salvador del Perú! – Tan animadas palabras produjeron un efecto eléctrico y fueron seguidas de «vivas» entusiastas!…

Valdez atacó nuestra división Lamar, y, con tal ímpetu, que por el momento la obligó á ceder. En el acto Sucre que con una serenidad inalterable vigilaba desde un punto llamado la Sabaneta, los movimientos de ambos ejércitos, ordenó á Córdova que cargara sobre el centro enemigo, y reforzó la división Lamar. – Córdova se desmontó de su caballo y desnudando la espada lo mató. «Soldado, les dijo gallardamente, yo no quiero medios para escapar y sólo conservo mi espada para vencer. Adelante, paso de vencedores! « – Y no fue fanfarronada; porque cayó sobre dos batallones de la división Villalobos y sobre ocho escuadrones y los arrolló en un momento.- Nada pudo resistir su carga.- Monet corrió con su división en ayuda de Villalobos; pero Córdova la desbarató también. En breves instantes, Monet estaba herido, varios jefes habían perecido, y los soldados se dispersaban con pavor. Dos batallones quisieron formarse, pero Córdova no les dio tiempo…

– Al frente de la caballería colombiana estaba Silva. ¿Podrían los realistas sufrir su terrible choque? Silva herido gravemente desde el principio, vertiendo sangre, era irresistible. No pensaba en la muerte, sino en la libertad y en la gloria, y se entraba furioso por las lanzas castellanas.- Atónito el Virrey, ordenó adelantar la reserva que mandaba Canterac, con la intimación expresa de hacer el último y más desesperado esfuerzo. Todo fue en vano! Nuestros soldados (señaladamente los colombianos) eran hombres a toda prueba, regidos por capitanes valerosísimos, ganosos todos de honra, fieles á los intereses de la independencia y determinados á perder la vida o reconquistar la libertad de la América: ¿qué triunfo podía obtenerse contra estos hombres? Al principio el combate había sido infeliz en nuestra izquierda; pero muy luego se restableció la pelea, y nada pudo resistir la embestida simultánea de nuestras tropas. La derrota se hizo general entre los realistas, y como dice el parte oficial, la derrota fue completa y absoluta. Lamar persiguió á los vencidos atravesando profundas y escabrosas cañadas que se le interponían.- Córdova trepó con sus batallones las ásperas faldas del Condorcanqui é hizo prisionero al Virrey. Lara marchó por el centro y continuó la persecución. Los españoles se vieron cortados en todas direcciones. El triunfo fue nuestro, alcanzado á impulsos del valor y del heroísmo. Contra doble fuerza pelearon nuestros soldados; y en la tarde de aquel espléndido y venturoso día, nuestros depósitos contaban más prisioneros que tropas para custodiarlos. ¿Qué arbitrio quedaba á los realistas? – Morir o entregarse……… Ellos se entregaron!! – A las cinco y media de la tarde se presentó en nuestro campo el Comandante Mediavilla, ayudante de campo del General Valdez, solicitando por el General en Jefe para proponer una capitulación. Luego vinieron los Generales Canterac y Carratalá, y ajustaron con el modesto Sucre las condiciones de aquel tratado, que se firmó en Quinúa.

Canterac firmó la capitulación por la prisión del Virrey.

Los términos de este convenio fueron: lº. que serían transportados á costa de la República todos los individuos del ejército español que quisieran regresar á su patria, socorriéndoles entre tanto con media paga, y que se admitirían en el Perú en su mismo empleo á los que prefiriesen continuar sirviendo en este país; 2º. que ninguna persona sería incomodada por sus opiniones y servicios prestados a la causa del Rey, y que se permitiría salir del Perú y disponer dentro de tres años de sus propiedades á todas las personas que quisieran ejecutarlo; 3º. que los Generales, Jefes y Oficiales prisioneros en la batalla y en la campaña anterior quedarían en libertad, conservando todos los capitulados el uso de sus espadas y uniformes, y la más completa seguridad para reunir sus intereses y familias, trasladándose al efecto á los lugares que escogieran; más no podrían volver á tomar las armas contra la América en la guerra de independencia, ni trasladarse á punto alguno ocupado por las armas de la metrópoli; 4º. que se entregarían él Ejército Unido Libertados los restos del español y todo el territorio que dominaban las tropas reales hasta el Desaguadero, junto con las guarniciones, parques, maestranza, almacenes militares y los demás objetos correspondientes al Gobierno de la Península. Debía comprenderse la plaza del Callao, que se entregaría al Libertador, permitiéndose á los buques españoles de guerra y los mercantes hacer víveres en los puertos del Perú, por el término de seis meses, y aprestarse para su largo viaje, á cuyo efecto se les franquearían los correspondientes pasaportes para salir con seguridad del Pacífico y seguir á los puertos de Europa.

Por efecto de este convenio quedaron en nuestro poder, como prisioneros de guerra los Generales Laserna, Canterac, Valdez, Carratalá, Monet, Villalobos, Ferraz, Bedoya, Somocurcio, Atero, Cacho, Landazuri, GarcíaCamba, Pardo, Vigil y Tur, 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 ofíciales y toda la tropa. Aunque las fuerzas realistas disponibles en Ayacucho alcanzaron á 9.3 10 hombres, que fueron batidos por 5.780 de nuestros valientes, no perdieron arriba de 2.400 entre muertos y heridos; mucha parte de la tropa, abandonando las armas, se escapó furtivamente.

Es esta la célebre batalla de Ayacucho que consumó la independencia americana.- El comportamiento de nuestras tropas fue brillante por extremo en aquel glorioso día; pero nada hubo comparable con el ardimiento de Córdova, que destrozó la mayor parte del ejército español. Córdova fue ascendido á General de división en el mismo campo de batalla. Apenas contaba veinte y cinco años de edad! – Hé aquí las palabras de un testigo presencial y por su carácter muy exacto y justiciero. «Sucre, dice el General Miller en sus Memorias, expuesto durante la acción á todos los peligros, porque se halló donde quiera que su presencia fue necesaria, hizo pruebas de la mayor sangre fría, su ejemplo produjo el mejor efecto.- Lamar desplegó las mismas cualidades y con una enérgica elocuencia conducía los cuerpos al ataque y los conservaba en formación. El heroísmo de Córdova fue la admiración de todo el mundo.- Lara estuvo brillante de actividad y de disciplina.- Gamarra ostentó su tacto habitual.- Los coroneles O’Connor, y Plaza, los oficiales de los cuerpos. Carvajal, Silva, Suárez, Blanco, Braun, Medina, Olavarría que hicieron alarde de tanto valor en Junín, se distinguieron otra vez en Ayacucho». Miller, añadiré yo para completar el cuadro, Miller á la cabeza del regimiento de Húsares de Junín, se comportó con una inteligencia y un valor sereno dignos de él, que era tan ilustre militar.

Nueve de diciembre de 1824. ¡Día de gloria y de esplendor en los anales de nuestra libertad! ¡Día de bendición, en que lució la suave aurora del contento y de la más magnífica esperanza! En él, una batalla brillante, la más mágica de la historia, fijó para siempre el destino de nuestro suelo, y los españoles abandonaron esta tierra codiciada, cuyas riquezas fueron origen de tanta ruinas!.

La obra estupenda que se inició el 19 de abril de 1810 quedó allí terminada. ¡Dióse el grito en Caracas de independencia, y al cabo de catorce años de lucha sin ejemplo, un venezolano digno amigo y alumno de Bolívar, selló con un prodigio en el Perú, la empresa el designio de nuestra emancipación… !

(Larrazabal – Vida del Libertador).
LEER MÁS EN EL ENLACE
https://sites.google.com/site/venezuelaplus/indice/historia-de-venezuela/batalla-de-ayacucho

IMAGEN
Autor
Arturo Michelena (1863–1898)
Descripcion
Carga de la caballeria llanera venezolana en la batalla de ayacucho
Fecha 1890
Foto

miércoles, 2 de noviembre de 2016

2 de noviembre de 1961 Muere Rafael Monasterios
Nace en Barquisimeto (Edo. Lara) el 22 de noviembre de 1884 y Muere en Barquisimeto (Edo. Lara) el 2 de noviembre de 1961.

Destacado pintor paisajista venezolano. Miembro de la llamada Escuela de Caracas. Fueron sus padres Pedro Monasterios Herize. Con apenas 7 años de edad recibió sus primeras lecciones de dibujo y pintura del artista Eliécer Uger a instancias del sacerdote Juan Pablo Wohnsiedler quien, a la muerte del padre de Monasterios, se encargó de su educación. En 1901, se alistó bajo las órdenes del coronel Eleazar Segovia en apoyo a la Revolución Libertadora dirigida por el banquero Manuel Antonio Matos contra el gobierno de Cipriano Castro, sin embargo, al enfermarse regresa de las montañas de Aroa a Barquisimeto donde retoma las clases de dibujo y pintura. En 1907, trabaja en Caracas como embalador en la fábrica de cigarrillos de Agustín Valarino y el 16 de octubre de 1908, se inscribe en la Academia de Bellas Artes de Caracas. A fines de 1910, se embarcó para Barcelona (España), en donde ingresó, entre 1911 y 1912, a la Escuela de Artes y Oficios.En 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, regresó a Venezuela y se estableció en Barquisimeto, donde tuvo que realizar una serie de oficios para poder subsistir; entre los que destaca el de pintor de brocha gorda de muebles y automóviles. Durante este tiempo tuvo la oportunidad de decorar la cúpula del templo de Cabudare y la casa de Pío Tamayo. En 1917, de regreso a Caracas, se dedicó a dictar clases de dibujo y pintura, tocándole además decorar la capilla de la hacienda Pacheco, propiedad de la familia Otengo en el pueblo de Capaya.

En 1919 conoció al pintor ruso Nicolás Ferdinandov, con el que viajó a Margarita. De regreso a la capital, conjuntamente con Armando Reverón, realizó una exposición en la Escuela de Música y Declamación de Caracas. Por este tiempo pintó cartelones de cine y afiches. Su primera exposición individual la realizó en 1927 en el club Venezuela; al año siguiente, viajó a Sevilla a decorar el Pabellón de Venezuela en la Gran Feria Internacional de esa ciudad. Profesor de pintura y paisaje de la Academia de Bellas Artes de Caracas, desde 1930 hasta 1936, pinta en 1932, 2 grandes murales de tema religioso para la iglesia parroquial San José de Cagua. En 1937, obtuvo un Diploma y Medalla de Plata en la Exposición Internacional de París y en 1938 fue designado director de la Escuela de Artes Plásticas del Zulia. Ese mismo año, obtiene el Premio Nacional de Pintura en el III Salón Oficial Anual de Arte Venezolano celebrado en el Museo de Bellas Artes de Caracas. En 1956, tras ser jubilado por el Ministerio de Educación, realiza su tercera exposición personal en la galería Lauro, en Caracas. En 1958, realiza otra muestra en la Sala de Exposiciones de la Fundación Eugenio Mendoza. La Escuela de Artes Plásticas de Maracay fue bautizada con su nombre en 1959. El Museo de Bellas Artes expone sus obras en 1968 y en 1981 se realizó una exposición retrospectiva en el Museo de Arte Contemporáneo. En definitiva, Monasterios es considerado como uno de los principales paisajistas que ha tenido la plástica venezolana del siglo XX.
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domingo, 30 de octubre de 2016

#30DeOctubre  
Muere Bartolomé Salom (1863).
Nace en Puerto Cabello (Edo. Carabobo) el 24.8.1770
Muere en Puerto Cabello (Edo. Carabobo) el 30.10.1863
General en Jefe del Ejército de #Venezuela en la Guerra de Independencia y en acciones de años subsiguientes. Era el tercer hijo del matrimonio de Gabriel y María Magdalena Borges. Antes de los sucesos del 19 de abril de 1810, se desempeñaba como comerciante en su ciudad natal, actividad que abandonó para cerrar filas por la causa independentista. En mayo de 1810 ya ocupa el puesto de subteniente de milicias; en julio de la año siguiente es capitán de artillería en el ataque a Valencia, ejecutado por el general Francisco de Miranda. Luego, bajo las órdenes de Miranda, combate en La Victoria el 20 de junio de 1812. Hecho prisionero en el castillo de Puerto Cabello, tras la caída de la Primera República, es remitido a Cádiz, logrando la libertad a su paso por Veracruz. En 1815, tras incorporarse a la lucha de los ejércitos combatientes de la Nueva Granada, figura entre los defensores de Cartagena, bajo la dirección del general José Francisco Bermúdez. De Cartagena pasa a Haití, donde bajo las órdenes de Simón Bolívar forma parte de la expedición de Los Cayos; participando con el grado de mayor general en el combate naval de Los Frailes (2.5.1816) y en la toma de Carúpano; en esta ciudad, siendo teniente coronel, funda el Cuerpo Nacional de Artillería del Ejército Libertador. Junto con un grupo de oficiales y soldados, desembarca en Ocumare, llevando a cabo la penetración hacia el oriente del país, combatiendo en Quebrada Honda, El Alacrán y El Juncal, acciones dirigidas por el general Gregor MacGregor en 1816.

Bajo el mando del general Manuel Piar realiza la campaña de Guayana y participa en el frustrado asalto a la ciudad de Angostura (17.1.1817). Al lado de Piar triunfa en San Félix (11.4.1817). Durante la campaña del Centro (1818), es responsable del parque y de la artillería, tomando parte en el sitio y toma de San Fernando de Apure (marzo 1818) bajo las órdenes del general José Antonio Páez y en el combate de Ortiz (26 abril). Participante en la campaña de Boyacá, es uno de los libertadores de la Nueva Granada. Luego de esto, se desempeñó como gobernador y comandante de armas de Tunja, entre los meses de agosto y noviembre de 1819. De regreso a Venezuela, tomó parte en la campaña de Carabobo, tocándole ser responsable de la logística del ejército. En este sentido, con el grado de coronel y con el cargo de subjefe del Estado Mayor General combate en la batalla de Carabobo (24.6.1821). Posteriormente, como general de brigada y jefe del Estado Mayor del Ejército, participa en la campaña que culminará con la victoria de las fuerzas republicanas en la batalla de Bombona, el 7 de abril de 1822. El 4 de agosto de ese año fue nombrado intendente de Guayaquil.
En noviembre de 1822, bajo las órdenes del general Antonio José de Sucre, marcha hacia Pasto (Colombia) a combatir la insurrección que se estaba produciendo en dicha región. En definitiva, esta campaña terminó con la ocupación de Pasto por las tropas de Sucre, el 24 de noviembre del mismo año. En abril de 1823 reemplaza al general Sucre en la jefatura de los departamentos del sur de Colombia (Ecuador y Azuay). El 12 de junio de 1823 al insurreccionarse Pasto, Bolívar organiza las fuerzas y, con la cooperación de los generales Salom y José Barreto y del coronel Hermógenes Maza, ataca a los rebeldes hasta que fueron controlados totalmente. En noviembre de 1824 desembarca Salom en Trujillo (Perú) y el 15 de diciembre se encuentra con Bolívar en Lima, donde éste le confía el mando de las operaciones para la rendición del El Callao, en cuyas fortalezas se hallaban importantes contingentes realistas que bajo, el mando del brigadier Ramón Rodil, opuso una férrea resistencia a los republicanos. Sin embargo, el 22 de enero de 1826 Rodil terminó capitulando ante el general Bartolomé Salom. En marzo de 1827 Salom es encargado de organizar la Hacienda Pública, en la provincia de Carabobo. Asimismo, entre mayo de 1828 y abril de 1829, se desempeña como comandante e intendente del departamento de Maturín. Finalizada la Guerra de Independencia, Salom se retiró a su estancia de San Esteban, donde permaneció la mayor parte del final de su vida. En el marco de las elecciones de enero de 1833, fue nominado como candidato para la vicepresidencia de la República. El 16 de noviembre de 1843 contrajo nupcias con Carmen Josefa Sereno, viuda de Ignacio Guásquez. En 1846, fue postulado como candidato a la presidencia de la República, durante las elecciones que terminó ganando el general José Tadeo Monagas. Hasta el final de sus días, actuó como un militar, con vocación democrática y civilista. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 5 de julio de 1909.
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lunes, 12 de septiembre de 2016

Pachano, fue un militar, escritor y político venezolano que sirvió entre muchos a Falcón, siendo acreditado como «agente confidencial» de la Guerra Federal en Curazao para llevar a cabo la compra de armas y pertrechos en junio 1862. Participó bajo el mando de Guzmán Blanco, aunque luego de la sospechosa muerte de Linares Alcántara se aleja del guzmancismo hasta 1886 cuando es nombrado director de la Casa de Moneda de Caracas, tocándole dirigir la primera acuñación de la moneda de Bs. 100/oro. Esta moneda fue conocida como el "Pachano".
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