lunes, 12 de diciembre de 2016

LA GENTE INVISIBLE QUE VISIBILIZÓ A VENEZUELA

Y no es que solamente se reconozcan las hazañas de estos personajes en las regiones de su procedencia, sino en todo el país, pues fue gracias al coraje manifiesto de estos patriotas que finalmente se logró la emancipación de Venezuela al mando del Libertador Simón Bolívar…
Raúl Freytez 
La charla del Alcalde de Las Mercedes del Llano, Elías Zurita, exaltó los hechos soslayados o sencillamente ocultos de los personajes más resaltantes de la historia de Venezuela.
La charla del Alcalde de Las Mercedes del Llano, Elías Zurita, exaltó los hechos soslayados o sencillamente ocultos de los personajes más resaltantes de la historia de Venezuela.
Todos los pueblos tienen sus memorias, aunque algunas permanecen ocultas. La muerte es eterna, se cuela como la oscuridad pero no es el final salvo cuando hay olvido. Por eso al repicar las campanas se despiertan los fantasmas, esa gente desconocida para el colectivo por estar recubiertos con la túnica de la indiferencia; son personajes notables que dejaron su huella bien plantada en la tierra que les vio nacer, o donde escribieron sus recuerdos, e incluso más allá de sus fronteras, pero cuyo signo sigue desdeñado, oculto en las rendijas de la historia.
Las personas forjan las historias y nosotros nos encargamos de escribirlas, pero la tarea aún no se ha completado con éxito porque hay mucha gente a la que se le han ocultado sus recuerdos negándoles la historicidad de sus acciones, la trascendencia de reconocer su valor en la memoria colectiva, por lo que quedan excluidas; se les esconde en el manto de la invisibilidad aunque sus hazañas sean dignas de ser contadas. Sucedió ayer, por decir pasado, y sucede en la actualidad.
Estas reflexiones tienen que ver con la actividad realizada recientemente por la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (Unerg), en la clase inaugural del segundo trimestre correspondiente a la primera Maestría en Historia de Venezuela que se dicta en Yaracuy, en la que Elías Zurita, Alcalde del municipio Las Mercedes del Llano, estado Guárico, visibilizó las hazañas de Juan José Rondón, prócer de la Independencia venezolana.
La osada la arremetida de Juan José Rondón con su tropa de lanceros, fue vital para que Páez venciera en Las Queseras del medio.
La osada la arremetida de Juan José Rondón con su tropa de lanceros, fue vital para que Páez venciera en Las Queseras del medio.
Visibilizan a Juan José Rondón
Este oficial patriota, originario de esa región llanera, estuvo invisibilizado por la historia aunque su activa participación en la batalla de las Queseras del medio fue decisiva, pero que los historiadores sólo describieron la actuación del Centauro de los llanos, José Antonio Páez, de donde surgió la célebre frase del general llanero: “Vuelvan caras”. Fue tan osada la arremetida de Rondón con su tropa de lanceros de apenas veinte soldados, el dos de abril de 1919, que el propio Simón Bolívar le confirió la Orden Libertadores de Venezuela, aunque muy poco se conozca de este valeroso soldado.
La clase magistral de Elías Zurita, a cargo del Área de Postgrado correspondiente al aula territorial del estado Yaracuy (Unerg-UNEY), dejó un grato sabor a venezolanidad entre los maestrantes e invitados especiales, y fue un espacio ameno para el reencuentro con los valores de identidad regional, en el caso de las Mercedes del Llano con el coronel Juan José Rondón, que también combatió en Pantano de Vargas para ponerle fin a ese encuentro bélico con la victoria de las filas patriotas, que por su condición de negro le fue negado el grado de general de brigada sencillamente porque en esos tiempos estaba arraigada la lucha de clases; la existencia estaba centrada en la claridad de la piel de los criollos y los blancos peninsulares.
Después del triunfo en Las Queseras del Medio, el ejército avanzó junto con los soldados de la Legión Británica de James Rooke hacia la llanura colombiana y se encontraron con la hueste afecta al rey de España comandadas por José María Barreiro, y ahí mismo entrabaron feroz combate, sólo que los realistas avanzaron con una gran tropa de artillería y caballería, lo que, según la versión descrita en el parte de guerra de Bolívar, apunta que él mismo ordenó al negro Juan José: "¡Coronel, salve usted la patria!", y su respuesta fue: "Es que Rondón no ha peleado todavía"; aunque, según Ernesto Cazal en Historia Nuestra: “Rondón no ha peleado todavía”. (mayo 19 de 2014), revela otra versión en un breve diálogo a la inversa: “Bolívar (apesadumbrado) menta madre, dice que todo está perdido cuando el negro, comandante de lanceros, le responde casi con tono de reproche: -Pero General, ¡si Rondón no ha peleado todavía! -¡Entonces salve Ud. la patria, Coronel!”.
Como quiera que haya sido, esas frases inmortalizarían a Rondón tan igual que su heroísmo, pues de inmediato acató el mandato con una escuadra de 14 lanceros, hecho que le encumbraría a la leyenda tanto en Colombia como en Venezuela que honran su memoria, pues luego de esa acción se produjo el triunfo en la Batalla de Boyacá, según manifestó Elías Zurita, en su aplaudida exposición.
José Joaquín Veroes entró en la historia patria, justo frente a la pared frontal de la Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación en San Felipe "El Fuerte".
José Joaquín Veroes entró en la historia patria, justo frente a la pared frontal de la Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación en San Felipe "El Fuerte".
Un empujón cambió la historia
Esta realidad histórica fue semejante en todo el país a través de muchos protagonistas que como Rondón laurearon la historia venezolana, tal como sucedió con el coronel José Joaquín Veroes, nativo del suelo insurgente de la ciudad de San Felipe “El Fuerte”, el 19 de marzo de 1789, cuyo patriotismo, fervor y entrega a la causa independentista fue reconocido también por el propio Simón Bolívar al conferirle el grado de coronel del Ejército Libertador, de ahí el título de esta crónica: “La gente invisible que visibilizó a Venezuela", pues nos pareció acertadamente positiva la charla del Alcalde de Las Mercedes del Llano, Elías Zurita, por ser un buen modo de dar a conocer y exaltar los hechos omitidos, soslayados o sencillamente ocultos de los personajes más resaltantes de la historia de Venezuela.
Y no es que solamente se reconozcan las hazañas de estos personajes en las regiones de su procedencia, sino en todo el país, pues fue gracias al coraje manifiesto de estos patriotas que finalmente se logró la emancipación de Venezuela al mando del Libertador Simón Bolívar, y esa realidad debe ser conocida por los escolares, docentes, padres y representantes así como de todo el colectivo para enaltecer el amor por la patria, el sentido de pertenencia y gentilicio.
De ahí la necesidad de abordar la memoria histórica desde el punto de vista regional, municipal y local, consciente de que solo formando el concepto de identidad con aptitud, formación y conocimiento, más fácilmente se vencerán las sombras del olvido y del abismo que nos separa de la comprensión de la historia patria, municipalizando los recuerdos de los pueblos, tal como la historia de José Joaquín Veroes de quien se ha dicho que le bajó los humos al altanero hijo del Alférez Real de San Felipe “El Fuerte”, el 19 de abril de 1810, al momento en que éste le impidió entrar a la Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación ataviado de botas y capa, vestuario sólo permitido a los blancos. Un zambo con vestidura de mantuanos era inaceptable.
Un fuerte empujón o un puñetazo, y no una cachetada como se ha dicho, fue la mecha que encendió el polvorín de pasiones aprisionadas por muchos años en el alma de los sanfelipeños, por el avasallamiento que impusiera la clase dominante afecta al monarca español; hecho que le obligó a huir de su ciudad natal hacia la población de El Tocuyo para evitar represalias del gobierno imperialista, iniciando así lo que habría de transformarse en el resurgir de una nueva historia plena de hechos heroicos al alistarse como soldado raso en la Guerra de Independencia, el primero de mayo de 1810, subalterno del Marqués del Toro, en la Campaña de Coro.
Gracias al coraje manifiesto de un patriota como José Joaquín Veroes, entre muchos valientes, se logró la emancipación de Venezuela. (Ilustración: José Luis Díaz).
Gracias al coraje manifiesto de un patriota como José Joaquín Veroes, entre muchos valientes, se logró la emancipación de Venezuela. (Ilustración: José Luis Díaz).
El zambo sanfelipeño
El valor de José Joaquín Veroes fue reconocido en las Batallas de Pedregal, Sabaneta de Carapa, Cañizos, San Antonio y Chivacoa, lo que le valió el ascenso a cabo y posteriormente a sargento. Pero fue durante la Guerra a Muerte donde en verdad mostró sus habilidades en el campo de la guerra, logrando derrotar la hueste invasora comandada por Domingo de Monteverde, lo que le permitió ascender al rango de subteniente por su alto espíritu militar y valentía, y con seguridad también por el hecho de saber leer y escribir desde su niñez en la escuela regida por sacerdotes dominicos en su ciudad natal, gracias al apoyo del Justicia Mayor del lugar Rafael Álvarez de Lugo, para quien trabajaba su madre Antonia Berois.
En este punto el hijo de Antonia Berois, apellido original del prócer sanfelipeño descendiente de la gente de ébano africano, ya tenía un lugar bien ganado en las filas patriotas, y luego de su participación en el encuentro bélico de Puerto Cabello, comandado por Luciano D´Elhuyar, en 1814, le otorgan el grado de teniente; un hecho nada fácil para un zambo, la unión de un indígena con una afrodescendiente, pues aunque los grupos de color fruto de la mezcla de blancos, aborígenes y negros, denominados Pardos, no estaban en la condición de gente esclavizada, tampoco podían ocupar cargos de importancia en el ámbito social, eclesiástico, militar y político, precisamente por las limitaciones impuestas en la época colonial.
Ello no fue impedimento para José Joaquín Veroes, pues su amor por el terruño le impulsaba a luchar constantemente para librar del dominio español, tanto a los Pardos como a los blancos,a favor de la igualdad y los derechos de todos por igual, tiempo durante el cual se perdió la segunda República por la irrupción en escena de José Tomás Boves, que aunque muriera alanceado en la Batalla de Urica, el cinco de diciembre de 1814, seis días después se produjo la derrota de las filas patriotas en la Batalla de Maturín, retornando el poder al ejército realista.
Meses antes Veroes luchó en la batalla de Aragua de Barcelona y en las operaciones bélicas de Los Colorados y Urica subalterno de los generales José Félix Ribas y José Francisco Bermúdez, hasta el instante en que lo hacen prisionero en 1815 confinado en la cárcel de Puerto Cabello y luego trasladado a Cartagena de Indias de donde se escapó escondiéndose en una embarcación de bandera inglesa para incorporarse nuevamente al ejército libertador al mando del coronel Mariano Montilla, combatiendo, entre otras batallas, en la Toma de Cartagena (1821) y en Santa Marta (1823).
Fue entonces un zambo sanfelipeño quien luchó, entre un meritorio contingente humano, para que prevaleciera la igualdad entre los Pardos, los blancos criollos y peninsulares en San Felipe y la Patria, lo que fue tomado en cuenta por la historiadora Diana Sosa Cárdenas (1959) en su libro: Los Pardos, Caracas en las postrimerías de la Colonia. (Caracas: UCAB, 2010.187 p.), donde afirma que “escribimos la palabra Pardo en mayúscula porque este es, dentro de la Historia de Venezuela, un nombre propio, ya que solo se refiere a esta clase social, al menos esa es nuestra opinión. Y la palabra Pardo es, además, un venezolanismo”, porque las castas afloraron por la unión de blancos e indígenas, resultando mestizos; negro y aborigen, mulatos, mientras que la mezcla del indígena y negro, daba como resultado un zambo.
Óleo de la Batalla de Ayacucho, obra de Martín Tovar y Tovar.
Óleo de la Batalla de Ayacucho, obra de Martín Tovar y Tovar.
Eslabón de identidad
Para entonces en la patria impregnada de sangre mestiza, que el propio Libertador designaba como el “pequeño género humano”, (Carta de Jamaica. 6 de septiembre de 1815), José Joaquín Veroes ya había escalado los altos rangos militares, y con la jerarquía de teniente coronel fue transferido al Perú, el 1 de julio de 1824, como parte de la oficialidad que intervendría en la rendición de El Callao a las órdenes del general Bartolomé Salom (1825-1826), portal de la Batalla de Ayacucho que daría fin al poder español con la consolidación de la emancipación hispanoamericana.
En mayo de 1824 el comandante José Joaquín Veroes es transferido a Perú, a la división a cargo del general José de Jesús Barreto, quien fue sustituido en noviembre por el general Bartolomé Salom; Bolívar le encarga acabar con la resistencia realista concentrada en la fortaleza de El Callao, donde se había hecho fuerte el brigadier realista Ramón Rodil, luego de la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. Salom dirige el asedio, y luego de resistir los ataques patriotas por casi 2 años, el valeroso jefe español capitula ante las fuerzas patriotas, el 22 de enero de 1826; Veroes consigue el grado de coronel graduado por órdenes del Libertador Simón Bolívar, Presidente de Colombia, en julio de ese mismo año. Veroes continuará prestando servicio en diversas guarniciones de Colombia, especialmente en la costa atlántica y en el istmo panameño, colaborando con el general José María Carreño, Comandante de Armas, y luego con el coronel José María Sardá, Intendente General del Departamento de Panamá”. (José Joaquín Veroes. Diario El Universal. Miguel Azpurua. Caracas.13 de enero de 2015).
José Joaquín Veroes es tan solo un eslabón de identidad, una de esas personas que cruzó extensas fronteras latinoamericanas como emisario de libertad que, aunque invisibilizado entre los rastros de la historia, visibilizó a los sanfelipeños en la memoria de la patria y Latinoamérica, por lo que su presencia debe ser objeto de estudio e investigación pues él fue el representante de San Felipe “El Fuerte” para liberar a la patria del yugo español, una realidad histórica que deben conocer los escolares para enorgullecerse aún más de su gentilicio.
Y además hubo muchas circunstancias que se deben destacar en la vida del prócer sanfelipeño, pues aunque al principio su iniciación en la historia nacional fue casual, inmediatamente se convirtió en hechos determinantes contextualizados a las proezas heroicas en las batallas de Venezuela y más allá de sus fronteras, aventura que inició con aquella idea quimérica del Generalísimo Francisco de Miranda cuando habló de una sola patria desde Colombia hasta la Patagonia, y luego llevada a la práctica por el Libertador Simón Bolívar con los múltiples combates en los que participó para liberar al país del oprobio y sometimiento del monarca español, que culminaría con la derrota del ejército realista en la Batalla de El Callao al mando del General Bartolomé Salom, en la que el zambo Veroes tuvo una decisiva participación, en 1826. Luego se originó la Batalla de Ayacucho, con el Mariscal Sucre al frente, asestándole la estocada final al dominio realista. Y un hijo de San Felipe “El Fuerte”, José Joaquín, estuvo allí al final de la guerra que emancipó a la patria.
No es, pues, mera casualidad que su nombre esté inscrito en los anales de la historia patria, y así el de muchos personajes que dieron su vida para que Venezuela fuese libre y soberana, por lo que es nuestro deber visibilizarlos, descorrer el velo del olvido y ubicarlos en el justo lugar que merecen en la memoria colectiva nacional.
Veroes regresó a su lugar de origen luego de la disolución de la Gran Colombia; un zambo con la jerarquía de coronel, tan sencillo como humilde con su pensión de oficial retirado del Ejército Libertador. Y en su pueblo murió, el 8 de enero de 1855 a los 66 años, se dice que muy pobre abrazado a un dibujo de Simón Bolívar, quizás recordando los días de gloria entre balas, pólvora, gritos y relinchos.
San Felipe, Yaracuy y Venezuela honraron la memoria del ilustre sanfelipeño al trasladar sus restos al Panteón Nacional, el 16 de diciembre de 1942.

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