Un
Venezolano Realista I Parte
El
día 04 de Agosto de 1813, dos días antes de la entrada triunfal del ejército
Libertador a Caracas, un grupo de hombres deliberaba sobre las acciones a
seguir, eran habitantes civiles de esta ciudad que se proponían abandonarla por
tratarse de personajes que habían estado siempre del lado de los realistas.
Entre ellas se encontraba el Dr. José Domingo Díaz quien después de pedirle la
bendición al Arzobispo Don Narciso Coll y Pratt, fue en busca de su familia (su
esposa y dos hijos) para recoger algunas de sus pertenencias y en tres burros
sumarse a la caravana de españoles y canarios que viajaban hacia la Guaira para
buscar un lugar en uno de los buques que salían hacia las islas del caribe.
Este
hombre, José Domingo Díaz, nació en Caracas en Agosto de 1772, fue criado por
los sacerdotes Domingo y Antonio Díaz
Argote y en su partida de nacimiento está registrado como Expósito. Estudió
latín, filosofía y medicina en la real y pontificia Universidad de Caracas,
para cuyo ingreso seguramente contó con la influencia de la iglesia, por cuanto
los estudios de entonces estaban
prohibidos para aquellas personas que no tuvieran un origen paterno definido y
por lo tanto dispusieran claramente de la pureza de su sangre.
En
1794 obtiene la licencia de Médico y comienza a ejercer su profesión siempre
bajo un permiso especial obtenido de la Corona Española. El Dr. Díaz fue un
personaje muy inteligente y se cuenta que dominaba el francés, el inglés y que
llego a leer todos los clásicos de la época, participaba en reuniones
literarias, escribió poemas y varios dramas para el teatro de entonces. El
escritor Don Juan Vicente González, medio siglo después lo describe: “Era alto
y flaco, de rostro largo y enjuto, huesudo, de ojos verdosos, inquieto, de una actividad
turbulenta y febril. Poseía también cualidades incontestables: la sobriedad, un
amor al trabajo infatigable y excesivo”.
El
Dr. José Domingo Díaz trabajó como médico en Venezuela y su participación en la
cura de enfermedades fue muy importante principalmente en el tratamiento de la
fiebre amarilla que para entonces causó grandes estragos. Estudió las causas y
características de la enfermedad y realizó un plan de acción para su combate,
así como conoció de la obra de Benjamín Rush titulada “Relación de la Calentura
Biliosa Remitente Amarilla que se Manifestó en Filadelfia en 1793”.
En
los días previos al grito de independencia en Venezuela y en los años
posteriores, el Dr. Díaz fue un participante activo en favor del mantenimiento del
poder español, vivió todos los momentos de la turbulencia revolucionaria,
conoció a la mayoría de los participantes
en los días del 19 de Abril de 1810 y los sucesos de los años siguientes
y se opuso con sus acciones y principalmente con sus palabras y sus letras a la
independencia de América.
Recuerdos de la Rebelión de Caracas es
un libro de éste médico caraqueño en el que escribe en primera persona sus
impresiones de los acontecimientos de la historia y cada página está cargada de
un sentimiento regensista,
y un absoluto conformismo para con el gobierno impuesto por la realeza española,
hasta el punto que en ellas describe muchas acciones saturadas de mentiras y
arreglos personales que demuestran fácilmente su espíritu cargado de racismo y
conveniencias de las oligarquías dominantes, en contra de la mayoría del pueblo
trabajador, y para muestra un botón, sobre las causas de los movimientos
independentistas escribió; “… y llegaron muchos libros prohibidos, la
ignorancia, la malicia o la novelería hacían ver entonces como llenas de
sabiduría las producciones de aquella gavilla de sediciosos llamados filósofos,
que, abrigados en Paris trabajaban para llevar a cabo su funesta conjuración:
la anarquía del género humano. Y más adelante sobre el 19 de Abril dice: “Una
rebelión hecha en los momentos menos esperados, cuando la madre que nos dio el
ser necesitaba más de nuestro apoyo en sus desgracias, rebelión baja,
degradante ignominiosa. Una rebelión que iba a sepultarnos en males
incalculables, no solo por su insensatez, sino por los hombres que la habían
tramado y ejecutado, y por los que gobernaban las provincias, rebelión brutal,
estúpida e insensata”.
Después
de la caída de la Primera República el Dr. Díaz
alternó sus trabajos de médico con la de escritor y editor de un
periódico que en un principio se llamó el semanario de Caracas y que Domingo Monteverde
lo apadrino con el nombre de Gaceta de
Caracas y desde el cual los realistas mantuvieron una trinchera de las
letras para contar las más escandalosas mentiras y hacer públicas todos los
sucesos arreglados a su manera. Cuando aquel 4 de Agosto por la noche el Dr. y su familia llegaron al
puerto de la Guaira, encontraron un puesto en un apretujado buque y que gracias a su influencia pudo abordarlo
para viajar a Curazao.
José
Domingo Díaz se estableció en la Isla de Curazao y desde allí inició casi sin
pérdida de tiempo su accionar con la imprenta para entorpecer las luchas de los
patriotas. Por aquellos días escribió extensas cartas que publicadas en las
islas de las Antillas, circulaban en el exterior y entraban en Venezuela para
difundir noticias falsas y abultados inventarios de los recursos y hombres del
ejército español.
Las
cartas de fines de 1813 escritas por José Domingo Díaz son dignas de análisis y
material especial para otras Notas
Bicentenarias posteriores, así como el comportamiento de este singular
venezolano que regresó al país con la caída de la Segunda República para
encontrarse de nuevo con los realistas
que habían sobrevivido a las luchas, entre ellos el Marqués de la casa
de León y el Arzobispo Coll y Pratt a quien abrazó y besó su anillo pidiéndole
las mil bendiciones para su sana conciencia.
Quedarán
nuevas crónicas para el estudio de este personaje que se congratuló mucho con
las matanzas de Boves en valencia y Calabozo, a quien recibió en Agosto de 1814
en la ciudad Capital y se embriagó con su amistad en aquel famoso banquete
preparado para la ocasión por la oligarquía caraqueña que bailaba complacida de
conocer al nuevo caudillo y se asustaba con la negritud y el pardaje de todos
sus acompañantes.
Nota:
-
Expósito: Dícese del recién
nacido que ha sido abandonado en un lugar.
-
José Domingo Díaz se
expresaba de nuestro libertador con las siguientes frases: “el 06 de Agosto
entró el inhumado a Caracas”, “El tirano nunca cumplirá su palabra”, El
sedicioso logró llegar hasta Mérida aquella tarde”, “El aventurero y falaz
traicionó a su gente”.
Ing. José Ubaldo García
Boconó, Edo. Trujillo, Noviembre 2013
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